La actualidad nos impone que fijemos la atención en la “legalización de facto” de Batasuna, que se resiste a seguir manteniendo contactos en la clandestinidad con los socialistas vascos, en la buena o mala marcha del pacto entre ETA y el Gobierno del 14M, así como en las exigencias de ETA-Batasuna sobre Navarra. Sin embargo, que nadie se olvide del PNV. Si Arzalluz se jactaba de que “unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces”, que nadie deje de tener presente el papel que tendrá el PNV como recolector político de ETA en este nunca peor llamado “proceso de paz”.
El respaldo del PNV es imprescindible para materializar cualquier cambio jurídico-político del País Vasco. En el futuro ZP puede utilizar al PNV para disimular el pago a ETA y asegurar a la ciudadanía que los cambios, desde el punto de vista constitucional, “están limpios como una patena”. Si la insaciabilidad de Esquerra Republicana no hace constitucional el estatuto soberanista catalán, la insaciabilidad de Batasuna no convertiría en constitucional el proyectado derribo soberanista del Estatuto de Guernica. El PNV es tan abiertamente separatista como pueda serlo Esquerra o la propia ETA. Aunque no faltarán quienes quieran disimularlo.
