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José Carlos Rodríguez

E pluribus unum

Nada de excepciones culturales, cánones, aranceles y trabas a los productos foráneos, multiculturalismos que suponen el fomento de lo tribal o nacionalismos que, como los españoles, quieren controlar la sociedad haciéndolo con la cultura y la economía

El primer lema nacional de los Estados Unidos fue E pluribus, unum, hacer de la pluralidad uno, y se forjó cuando se unieron las 13 colonias que iniciaron la historia de ese país. Desde entonces han ido adquiriendo nuevos Estados al país, hasta el último de todos ellos, Hawai, en agosto de 1959. Quizás sea porque para entonces el lema nacional era ya otro (In God we trust), E pluribus unum ha estado a punto de perder su sentido en ese Estado. Un senador Demócrata ha propuesto crear una especie de Gobierno autónomo con la raza como criterio. Se llama Daniel Akaka, su apellido da nombre a la propuesta de Ley, y ha sido elegido por la revista Time como uno de los cinco peores senadores de los Estados Unidos. Al parecer, en 16 años en el Senado no ha hecho nada que no fuera mediocre. Ha elegido mal el país, en España sería presidente del Gobierno. Finalmente ha sido rechazada esta semana por 56 votos contra 41.

No cabe duda de que la propuesta de Akaka es de lo más progresista. Lo tiene todo. Está propuesto por un senador que pertenece racialmente a una minoría (es decir, no es blanco) y lo que propone es una segregación basándose en la raza y conseguir con ello que consideren a los nativos hawaianos como una tribu. Se ve que no sólo nuestra izquierda mira al futuro con confianza. Lo que desean es ser considerados como los indios americanos y poder vivir separados del resto de la nación, sin más relación con el resto de estadounidenses que la de recibir ayudas por tener determinada raza.

No me parece mal que deseen crear su propio Estado, pero si es para crear un ámbito de mayor libertad. La propuesta de Akaka es el racismo como argumento político. El multiculturalismo con el BOE en la mano. La descivilización, el regreso a lo primario, brutal, inmediato. A la raza como criterio político. Al “nosotros y ellos”, que es el argumento de nacional-socialistas, combinación esta última de la que sabemos mucho en nuestro país.

No es ya que la raza no debería ser argumento político, algo que el PNV y sus cachorros todavía no han captado. No es ya que, en principio, seamos iguales en dignidad humana o que la discriminación racial desde la ley (aunque sea progresista) es un ataque directo a la más mínima justicia. Es que vivimos en un mundo que, a pesar de las obtusas pretensiones de nacionalistas y socialistas, se hace más grande, más abierto, más complejo, y encerrarse en tu pequeñez cultural y moral va contra el sentido de la historia y contra la riqueza personal y social.

Las sociedades abiertas premian a quienes las aceptan y se someten a sus maneras, para aportar y extraer de ellas todas sus virtudes. Hablar un idioma común, aunque no sea el tuyo, seguir ciertas normas de moral básica que facilitan el contacto con personas de otro entorno, estar dispuesto a aprender de lo que proviene de otro país u otra cultura y aceptar sin una nostalgia excesiva el abandono de viejos usos que han dejado de tener todo el sentido. Todo ello e infinidad de comportamientos que quizás no puedan expresarse en su totalidad pero que se podrían resumir en una moral cosmopolita y abierta deberían guiar nuestra actitud en la vida. Nada de excepciones culturales, cánones, aranceles y trabas a los productos foráneos, multiculturalismos que suponen el fomento de lo tribal o nacionalismos que, como los españoles, quieren controlar la sociedad haciéndolo con la cultura y la economía. La sociedad abierta está ahí, esperándonos.

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