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Mariano Alierta

Parlament de Cataluña y credibilidad

No apruebo su actuación con respecto a Cataluña en el tema del Estatut. No cumple sus promesas electorales a los catalanes, y además lleva a su institución democrática representativa, el Parlament, al desprestigio

¿Cómo ha quedado la credibilidad del Parlament con el proceso de reforma del Estatut? Desgraciadamente, bastante baja. El Parlament aprobó un texto y en las Cortes Generales se aprobó otro, muy rebajado. Esto podría tener algo de normal si hubiera sido el resultado de un proceso de negociación –o de rechazo–, pero el texto definitivo no es el resultado de una negociación entre los representantes del Parlament y los de las Cortes Generales.
 
Hay un componente totalmente anormal. Fueron los mismos partidos que votaron un contenido del Estatut en el Parlament los que (voluntariamente) votaron un nuevo estatuto, con otro contenido, muy reducido, en las Cortes Generales. PSC-PSOE y CiU apoyaron primero el texto que se aprobó en Barcelona, y esos mismos partidos lo redujeron en Madrid en gran medida (a un 37,5%, se ha señalado).
 
Esto tiene necesariamente consecuencias negativas para las instituciones, y concretamente para el Parlament. PSC-PSOE y CiU tienen mayoría en allí. Su posición es, por tanto, también la de la Cámara autonómica. Si en un periodo de tiempo tan corto (y sin que haya cambiado la legislatura) cambian en gran medida su posición, también están afectando a la del Parlament. Los grupos políticos, especialmente los mayoritarios, deben votar en la Cámara autonómica lo mismo –o casi– que lo que al poco tiempo piensan votar en el Parlamento nacional –o del Estado–, si se considera que el papel que juega el Parlament en el proceso democrático es importante.
 
Después del proceso del Estatut, ¿cuál es el papel del Parlament? Desgraciadamente, bastante peor de lo que se merece. ¿Por culpa de quién? Evidentemente, de los grupos políticos señalados, que tienen la mayoría y que, con total falta de respeto a la Cámara, cambian radicalmente su voto en el Congreso, donde también son prácticamente mayoría. Comportarse en las dos Cámaras, y en ambas deciden, tan diferentemente y en tan poco tiempo no afecta a las Cortes Generales: es una brillante forma de dejar sin credibilidad al Parlament.
 
Realmente, los únicos grupos que se han comportado seriamente en el proceso de tramitación del Estatut han sido el Partido Popular, que ha votado de la misma forma, y por razones similares, en ambas Cámaras, y Esquerra Republicana de Catalunya, que votó un texto en el Parlament y decidió no votar otro texto tan reducido en el Congreso. Si PSC-PSOE y CiU deseaban votar el texto que finalmente se aprobó en Madrid, deberían haber hecho un esfuerzo para votar en el Parlament algo parecido. Han actuado con mucha frivolidad y con bastante desprecio a la Cámara autonómica, salvo que reconozcan que se debe a su falta de capacidad política y legislativa.
 
Recientemente publicaba un importante periódico de Cataluña una entrevista con el Sr. Rodríguez Zapatero. Me extraña que no se le plantease esta cuestión, porque en el proceso de tramitación del Estatut hay, precisamente, dos personas clave. Una de ellas es el Sr. Rodríguez Zapatero, que se reunió, creo que en su propia residencia madrileña, con el Sr. Mas. Con el especial impulso del Sr. Rodríguez Zapatero, acordaron el contenido del texto que finalmente se aprobó en el Parlament, con el apoyo de PSC-PSOE y CiU. El mismo Sr. Rodríguez Zapatero se ha reunido posteriormente, también en residencia en Madrid, con el Sr. Mas para acordar el nuevo, y bastante menor, texto que el PSOE (incluido PSC) y CiU apoyaron en las Cortes Generales, y que es el definitivamente aprobado.
 
El Parlament ha quedado en el proceso de tramitación del Estatut muy desgastado, y con muy poca credibilidad. Sus acuerdos quedan sometidos a un notable escepticismo en cuanto a su perdurabilidad. Por ejemplo, el texto aprobado en las Cortes Generales recoge, en la Exposición de Motivos, una conocida declaración cuyo valor, según indica, es que ha sido aprobada por el Parlament. Si en el proceso de tramitación del Estatut los textos aprobados por el Parlament se han quedado en bastante menos de lo acordado, ¿cuál es el valor, la seriedad o la durabilidad de esa declaración?
 
Desgraciadamente, su valor es mucho menor de lo que debiera ser. Y si el valor de esta declaración contenida en el Estatut debiera ser bastante mayor, la falta de credibilidad afectará en el futuro a los acuerdos del Parlament.
 
Cuando una persona quiere a su propia tierra, quiere a su propia comunidad; cuando esa persona cree también en la democracia y en la representación de los ciudadanos en las instituciones parlamentarias, esa persona quiere no sólo a su comunidad, también quiere y aprecia a la institución parlamentaria que representa a los ciudadanos. ¿Quién no siente respeto, y admiración, por el recuerdo de lo que fueron las Cortes Catalanas, y por lo que significaron? En cambio, ¿qué opinión podemos tener de los que, con sus actuaciones, pudieran haber perjudicado la credibilidad de las Cortes Catalanas, tanto ante los catalanes como ante los demás?
 
En este aspecto, el proceso de tramitación del Estatut, que ha sido nefasto para la credibilidad del Parlament, lo ha sido también para Cataluña y para los catalanes (y para los que creemos en la democracia representativa).
 
No hay por qué juzgar a otras personas, que, si así lo deciden, explicarán su conducta, pero sí es obligado referirse al Sr. Rodríguez Zapatero, ya que es el presidente del Gobierno. No apruebo su actuación con respecto a Cataluña en el tema del Estatut. No cumple sus promesas electorales a los catalanes, y además lleva a su institución democrática representativa, el Parlament, al desprestigio. No se puede estar de acuerdo con la falta de cumplimiento de las promesas electorales, con actuaciones que comportan la pérdida de credibilidad de las instituciones democráticas, es decir, con un hacer y deshacer que lleva el desprestigio a la democracia parlamentaria. Creo que los catalanes tienen instintivamente esta convicción.
 
No entiendo la comprensión del periódico aludido con el Sr. Rodríguez Zapatero, en la citada entrevista. Habilidad para sortear los problemas que él mismo crea, evidentemente, la tiene. Puede ser meritorio, pero reducir la democracia a "cintura" lleva a que elParlamentsea el que cargue con la falta de credibilidad derivada de los actos del propio Sr. Rodríguez Zapatero. Y eso es injusto. Y además, no es lo apropiado, porque la vida política debe ser, en gran medida, compatible con la dignidad, especialmente la de las instituciones democráticas. Y éste no es el caso del Sr. Rodríguez Zapatero.

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