Menú
Juan Carlos Girauta

Matrix reloaded y el tabú de la legitimidad

Como la Cataluña ficticia es de piñón fijo, tras el fallo del sistema del 18-J siguen linchando a la COPE y disparando contra nuestro editor, práctica que, tras un cuarto de siglo, bien puede calificarse de tradición

Como la Cataluña ficticia es de piñón fijo, tras el fallo del sistema del 18-J siguen linchando a la COPE y disparando contra nuestro editor, práctica que, tras un cuarto de siglo, bien puede calificarse de tradición. La estrechez de su panoplia reactiva es aún más llamativa que el déficit democrático –por decirlo suavemente– de la casta política, el establishment y los medios.
 
Un J. Ronglan escribe en La Vanguardia, diario conocido por su tenaz y valiente enfrentamiento a Franco y su régimen entre 1939 y 1975, que “Jiménez Losantos fue ayer la reencarnación del General Queipo de Llano, que también vomitaba palabras borracho perdido por la radio y anunció que convertiría Cataluña en un solar.” De borrachos franquistas habría mucho que contar. Ah, la calle Pelayo.
 
Debería ser obligatoria la lectura de un libro del que es coautor, por cierto, un colaborador de La Vanguardia. Apasionante investigación del sonado crimen barcelonés de finales de los cuarenta (La invención de Carmen Broto, Trallero y Guixà). Allí encontrará el lector nombres, adscripciones políticas y borrachos de lo más interesantes.
 
El despliegue de infamias no va a ocultar lo que es sabido: que en la campaña del referéndum se conculcaron las libertades de opinión y expresión mediante violencias y amenazas; que la prensa local calló o contextualizó los intentos de exclusión; que los partidos nacionalistas justificaron actos que rompen la convivencia; que los socialistas basaron su campaña en la estigmatización del PP, reconociendo Montilla que su objetivo era “tensar la situación”; que finalmente más de la mitad del censo se abstuvo.
 
Ahora presentan el fiasco como una victoria inapelable y siguen pintando como enemigos de la democracia a los previamente violentados y amenazados. También, cómo no, al medio de comunicación que les quita el sueño. Cuando el PP haga lo que siempre le han invitado a hacer (si creen que el estatuto conculca la Carta Magna, llévenlo al Tribunal Constitucional, que es el único que puede decidirlo), el ambiente estará lo bastante caldeado para acusarlos de nuevo de facciosos catalanófobos. Como si el recurso de inconstitucionalidad no fuera perfectamente legal y ajustado a Derecho.
 
El debate de la legitimidad no debería consumir demasiado tiempo, toda vez que nadie ha negado legalidad al resultado. Acudamos a la doctrina (Norberto Bobbio,Diccionario de Política). Legitimidad: “Situación que no se realiza nunca en la historia sino como aspiración (...) Un estado será más o menos legítimo en la medida en que realice el valor de un consenso manifestado libremente por parte de una comunidad de hombres autónomos y conscientes, o sea en la medida en que se acerque a las idea-límite de la eliminación del poder y de la ideología en las relaciones sociales.” La eliminación del poder y de la ideología en las relaciones sociales. Está claro, ¿no?

En España

    0
    comentarios