No todos los que abandonaron la Isla de los cien mil presos jugaron con muchísima suerte en la lotería de las visas estadounidenses o se expusieron a ser devorados por los tiburones. Los hay que no necesitaron correr tantos riesgos ni esperar por tanta fortuna. Y son precisamente los culpables de que más de dos millones de cubanos se hayan visto obligados a abandonar su país. A muchos de ellos los podemos encontrar por las calles de Madrid o Barcelona. Quieren para otros lo que no son capaces de soportar. En España disfrutan de una hospitalidad que no ofrecemos a sus víctimas. Más, después de que Zapatero y Moratinos decidieran trabajar por su futuro en Europa.
Los castristas siempre se han sentido fascinados por la noche madrileña. Aquí dilapidan lo que robaron a millones de descendientes de españoles. Lo que no se gastan en juergas y en banquetes lo invierten en el sistema capitalista. El máximo líder de los multimillonarios les enseñó cómo defenderse en la sociedad de consumo. En España no tienen que rendir cuentas al Partido. Nadie les pregunta de dónde sacan para tanto como destacan. Cuando les puede la melancolía regresan por unas semanas a la Isla que convirtieron en cárcel y reparten allí algo de lo que les sobra. Son los reyes del mambo. Es lo que tiene pertenecer a la casta dirigente.