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Agapito Maestre

Al servicio del totalitarismo

La justicia, en España, depende del poderoso político más que en ningún otro país de nuestro entorno. Eso no significa que no existan jueces y fiscales normales. Seguro que los hay, pero son excepciones. ¿O acaso no es una excepción Grande Marlaska?

Veo su fotografía en el periódico y me parece todo impostura. Simula que piensa apoyando la cabeza entre sus dedos índice y pulgar. Simula, sí, que ha dictado una resolución judicial, pero todos sabemos que él desconoce los rudimentos de la argumentación jurídica. Jamás ha hecho una instrucción sensata. Ejemplo de despropósito jurídico fue el "caso Nécora" donde ningún acusado pudo ser nunca condenado. Su última resolución tampoco es una argumentación política, él desconoce el contenido de esa grandiosa palabra para que los hombres se entiendan. Su "edicto" es, sencillamente, una patraña, un bodrio relamido, a favor de los tejemanejes entre ETA y Zapatero. La resolución es una mala copia de las barbaridades que defiende la Fiscalía General del Estado. Se trata de defender la doctrina totalitaria que identifica al derecho con los dictados del poderoso. Eso se llama ahora estar en sintonía con el nuevo "contexto" creado por los terroristas..

En efecto, cuando el poder jurídico, en este caso el poder del juez, dice que la justicia ha de situarse en el nuevo "contexto" político abierto por los criminales, o sea, por el alto el fuego, está renunciado al poder emancipador y liberador del derecho. Antes que cuestionar o castigar al delincuente, se trata de ponerse a su servicio. Eso es todo. A gente del tipo Garzón no le interesa la justicia sino acomodarse a la nueva situación "política". "Situarse" personalmente es su máxima aspiración. Todos sabemos que Garzón no puede dar más de sí. El relativismo jurídico es para Garzón mero oportunismo para medrar. Hoy, hace de juez; mañana, de político; pasado, de superagente intrépido contra el mal; y, siempre, mirando a la galería. Todo es pose. Nada que ver con la discreción, el buen gusto y la sindéresis que debemos pedir de un juez.

Así las cosas, Garzón es el hombre ideal para que Zapatero lo llame para un puesto de más alta responsabilidad en su Gobierno. Aunque más que actuar de mediador, Zapatero debería reservarle el puesto de "notario" que levanta acta de la rendición de España a los criminales nacionalistas. Dos gestos de Garzón serán suficientes para que Zapatero lo nombre Alto Mediador Institucional entre los asesinos de ETA y el Gobierno. El primero ya lo ha dado con la resolución dictada a favor de la reunión entre López y Otegi. El segundo, aunque le cueste un poco más, consistiría en renunciar a los escoltas, puesto que ya no hay peligro de ser asesinado por ETA. Sería un tanto a su favor y, sobre todo, serviría de ejemplo a seguir para los cientos de políticos socialistas y seguidores de Zapatero que aún no se atreven a caminar sin escoltas. Si no hay peligro de que ETA asesine a nadie, según mantiene el autócrata Zapatero, no entiendo por qué los políticos y periodistas, especialmente los que están a favor del proceso de negociación con ETA e incluso hablan ya del fin de ETA, no han renunciado aún a los escoltas y el coche oficial que los protege allá dónde van. Atrévase, señor Garzón. Dé un paso adelante. Renuncie a sus escoltas. Estoy convencido de que ese sencillo gesto haría de usted, seguramente, no un héroe, pero sí alguien merecedor del puesto de Alto Mediador o, quién sabe, quizá de ministro de Justicia.

Mientras llega ese gesto de Garzón, analicemos su primer paso, la resolución a favor de los criminales. Ha sido su tarjeta de presentación, o mejor, de vuelta a la Audiencia Nacional. Algunos creen que ha llegado la arbitrariedad hecha hombre, pero yo tiendo a pensar que su primera resolución ha sido una muestra de vasallaje al autócrata Zapatero. En realidad, Garzón es el mejor representante del hombre que se sirve de las instituciones para su medro personal. El Estado de Derecho en manos de este tipo de personaje produce pavor. Sus instituciones jurídicas quedan vacías de sentido con estas resoluciones a favor del poder político.

Por supuesto, Garzón no está sólo. Muchos jueces y fiscales comen en la mano del poderoso. No creen en la autonomía del poder judicial. Garzón es de esta calaña de jueces. Ha dictado una "resolución" destrabada de cualquier contexto jurídico autónomo e independiente del poder político. Es una resolución judicial imposible de distinguir del poder político. Es otra manera de "expresarse" y de actuar el poder político sirviéndose de estos nuevos lacayos. Es una muestra relevante del proceso totalitario del régimen de Zapatero. La justicia, en España, depende del poderoso político más que en ningún otro país de nuestro entorno. Eso no significa que no existan jueces y fiscales normales. Seguro que los hay, pero son excepciones. ¿O acaso no es una excepción Grande Marlaska? Lo normal es gente como Garzón. Por desgracia, es este tipo de juez la vara de medir a la justicia española.

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