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EDITORIAL

Para no fastidiar el proceso

La organización ilegalizada, la organización que forma parte por ahora de todas las listas de bandas terroristas del mundo, hoy ha tenido su foto como interlocutores políticos válidos y respetables.

A leer la revelación de El Mundo se podría pensar que, después de todo, Rubalcaba está cumpliendo por primera vez en su vida con su máxima de que los españoles no merecen un gobierno que mienta. Tan sincero se ha vuelto de repente este Gobierno que no puede evitar que dos policías a sus órdenes le digan la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad al etarra encargado de la red de extorsión, esa que ya estaba verificado que no existía. El problema es que son sólo los etarras los que tienen un Gobierno que no les miente.

Es inevitable sospechar que detrás de ese chivatazo realizado "para no fastidiar el proceso" está la mano política que se inventó eso del "proceso". Una mano que tiene en la Policía a Telesforo Rubio, el comisario de Gobelas, y por encima de él al ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Es estéril indicar ya que en cualquier otra democracia occidental dimitiría un ministro bajo cuya responsabilidad dos policías cometen un delito tan grave como el de colaboración con banda armada. No digamos ya el comisario responsable de la investigación arruinada. Sabemos que Rubalcaba jamás seguirá el ejemplo de Asunción, pese a que sobre éste nunca pesó sospecha alguna de connivencia con la fuga de Roldán. O el portavoz de los GAL es incapaz de manejar a una Policía que se muere por contar sus operaciones a ETA o es quien da las órdenes de dar esos chivatazos. Ambos supuestos son motivo de dimisión más que sobrado, y el último, de ingreso en prisión. Si no se marcha del Ministerio, lo único que cabe concluir es que tanto para él como para el resto del Gobierno Zapatero este asunto no tiene importancia alguna. Pero luego se rasgan las vestiduras cuando se les recuerda que están traicionando a los muertos.

Y es que no son sólo esos dos policías –deshonra del Cuerpo al que pertenecen– los únicos que traicionan hoy la memoria de los compañeros asesinados por la banda. Tras aplazar dos días la reunión, no por respeto a las víctimas del accidente de Valencia –cómo van a respetar los etarras y sus cómplices a víctima alguna– sino por no compartir ni las portadas de los periódicos ni los sumarios de los telediarios con el funeral, este jueves el PSOE de Zapatero se ha reunido oficialmente con ETA-Batasuna. La organización ilegalizada, la organización que forma parte por ahora de todas las listas de bandas terroristas del mundo, ha tenido su foto como interlocutor político válido y respetable. Es el comienzo del "proceso político" que Zapatero perjuró que no comenzaría hasta que ETA no hubiera desaparecido.

A la salida, en una nueva concesión a los terroristas, López afirmó que éstos habían sido hasta ahora "parte del problema" y que esperaba que se convirtieran ahora en "parte de la solución". De lo que cabe concluir que ha comprado la mercancía podrida de que ETA es sólo una parte del inventado "conflicto vasco" que hay que solucionar para que la banda asesina deje de existir. Y para cubrirse las espaldas ante la opinión pública, ha advertido muy seriamente a los terroristas que no volverá a sentarse con ellos mientras no sean un partido legal, es decir, hasta que el Gobierno de su partido no los legalice, se supone, después del verano. Si es tan bueno reunirse con terroristas, ¿por qué la advertencia? Y si es malo, ¿por qué la reunión?

Se está escenificando la farsa de las dos mesas de diálogo. En la del PSOE con Batasuna se traiciona a los muertos asumiendo las tesis de la banda que los asesinó. En la del Gobierno con ETA, y en vista de la ausencia de dimisiones o ceses, habrá que empezar a pensar que está incluido en el menú que algunos funcionarios policiales arruinen operaciones contra la banda mediante chivatazos. A fin y al cabo, es la política del Gobierno ayudar a ETA a lograr sus objetivos. Eso, y no otra cosa, es el "proceso de paz".

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