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Carlos Rodríguez Braun

Fiebres y desmanes

A veces parece que lo que la izquierda desearía es que veraneásemos en las ciudades, todos encerrados en casa sin molestar, o bien en páramos o en lugares alejados de las costas, no vaya a ser que las estropeemos.

El País concedió honores de portada a este titular: "Los ecologistas alertan de que la fiebre urbanística amenaza el litoral español". Se trataba de Greenpeace, que denunciaba que se construyen 1,5 millones de viviendas en la costa y "ninguna administración pone coto a tanto desmán".

El pensamiento único celebra la autoridad de los ecologistas, uno de los disfraces que adoptó entusiasta la izquierda una vez que los crímenes del socialismo "real" resultaron innegables incluso para los comunistas.

Los ecologistas, en realidad, no tienen la solvencia incontestable que predica la corrección política, y en numerosas ocasiones han sido descubiertos en manipulaciones y mentiras flagrantes. Esto, sin embargo, no es motivo de preocupación porque lo que importa es su mensaje totalitario de fondo: la gente libre es una calamidad y, por tanto, lógicamente, no puede ser libre. Su retórica es incorporada en la prensa supuestamente progresista, que subraya que las personas libres padecen "fiebre" y sus actos representan una "amenaza".

Que la gente quiera tener un piso frente al mar no tiene nada de malo. A veces parece que lo que la izquierda desearía es que veraneásemos en las ciudades, todos encerrados en casa sin molestar, o bien en páramos o en lugares alejados de las costas, no vaya a ser que las estropeemos. Y desde luego no podemos jugar al golf, porque es un desastre ecológico.

Puro camelo. Presentado siempre con tonos apocalípticos, y procurando cuidadosamente minusvalorar la responsabilidad de las autoridades en los problemas que sin duda registra la construcción, desde la corrupción hasta la falta de agua potable o de adecuada depuración de las aguas residuales, desde la fiscalidad hasta la política monetaria. Es que fiebres y desmanes, ya se sabe, sólo aquejan a los ciudadanos privados.

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