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El ministro Jordi Sevilla justificó el uso de un avión oficial en el famoso viaje a Londres de Zapatero con su mujer, sus hijas y su suegra, alegando que "el presidente es distinto al resto de los mortales".

Puede hablar sin decir cosa,
puede enfatizar la nada,
puede engolar la bobada
más vacía y pretenciosa.
Puede su frase pomposa
de resonancias banales
ser maraña y laberinto,
pues Zapatero es distinto
al resto de los mortales.

Puede parecer que es bobo,
y pudiera serlo incluso.
Puede semejar iluso
y hasta presumir de probo.
Puede, inflado como un globo,
moverse por andurriales
entre Valdomero y Pinto,
pues Zapatero es distinto
al resto de los mortales.

Puede asignar color blanco
a la cosa que es más negra.
Puede llevarse a su suegra
–una dama a la que Franco
le proporcionó un estanco–
a viajes extraoficiales
de pelaje variopinto,
pues Zapatero es distinto
al resto de los mortales.

Puede, sin vacilaciones,
desayunarse un batracio.
y también ir a un palacio
a pasar sus vacaciones,
y gastarse unos millones
de los fondos estatales
en reformar el recinto,
pues Zapatero es distinto
al resto de los mortales.

Puede coincidir en fines
con el imperio de Prisa;
puede aguantar la sonrisa
más allá del récordGuinness,
y hasta firmar pactos ruines
con etarras criminales
de los de pistola al cinto…
¡Pues Zapatero es distinto
al resto de los mortales!
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