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Laurence A. Elder

La civilización en juego

Las autoridades españolas frustraron un ataque terrorista contra su Audiencia Nacional, el centro de procesamiento de terroristas de España, después de que los españoles acordaran retirarse de Irak tras los atentados ferroviarios de Madrid.

Irán quiere ganar tiempo; tiempo que le permita continuar persiguiendo su programa nuclear, en vista de la creciente oposición internacional. De modo que para distraer la atención del mundo, ¿qué mejor que comenzar una guerra a distancia?

Hamas, el grupo terrorista palestino, abría un túnel el 25 de junio del 2006 hasta territorio israelí, secuestraba un soldado, mataba a dos más, y desde entonces ha lanzado cientos de misiles desde Gaza contra Israel. Casi tres semanas después, el grupo terrorista respaldado por Siria e Irán en el Líbano, Hezbolá, entraba en Israel, mataba a ocho soldados israelíes y secuestraba a otros dos. El grupo terrorista lanzaba después más de 1.400 misiles contra Israel en los primeros cinco días de conflicto y hasta inutilizaba un buque de guerra israelí, mostrando mayor capacidad de la que suponían los expertos.

La Unión Europea instaba a Israel a mostrar contención, expresando gran preocupación "por el uso desproporcionado de la fuerza por parte de Israel en el Líbano en respuesta a los ataques de Hezbolá contra Israel". El presidente de Francia Jacques Chirac afirmaba: "Uno bien puede preguntarse si existe hoy algún tipo de deseo de destruir el Líbano... Honestamente concluyo –al igual que todos los europeos– que las presentes reacciones son totalmente desproporcionadas". El Vaticano difundía una declaración diciendo que "la Santa Sede deplora ahora mismo el ataque contra el Líbano, una nación soberana y libre".

¿Contención? Hezbolá amenaza con exterminar a Israel y derrotar a Estados Unidos. Hamas acusa a los israelíes de "robar" la tierra de los palestinos. La Carta de Hamas, artículo 3, describe el deber de todos los musulmanes: "Ser temeroso de Alá y enarbolar el estandarte de la jihad ante los opresores". El artículo 11 aclara esta creencia: "Que la tierra de Palestina es un waqf islámico (que genera beneficios para las mezquitas y las escuelas religiosas) consagrado para las futuras generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio". El artículo 13 afirma descaradamente: "No hay solución para la cuestión palestina excepto a través de la jihad".

Joseph Farah, un árabe-americano de WorldNetDaily, escribió hace años una columna titulada "Los judíos no se llevaron la tierra de nadie". La Tierra Santa, escribe Farah, era descrita como un enorme vertedero en el siglo XIX. Desde mediados del XIX, los judíos eran la mayoría y a menudo la mayoría aplastante, especialmente alrededor de Jerusalén. Cuando los judíos empezaron a volver a su "tierra prometida" a comienzos del siglo XX, el desierto empezó a florecer literalmente bajo su industria. Los árabes les siguieron, llegando en grandes cifras a por los empleos y la prosperidad. En 1948, cuando Naciones Unidas dividió la tierra en dos estados separados árabe y judío, los estados árabes vecinos declararon la guerra inmediatamente. Los judíos animaron a los árabes a quedarse a vivir pacíficamente. Muchos árabes eligieron irse, para ser rechazados, utilizados y virtualmente encarcelados por los agentes árabes del poder.

Joan Peters, en "From Time Immemorial", un maravilloso libro acerca de la historia del conflicto árabe-israelí sobre Palestina, cita a Jaled Al-Azm, primer ministro de Siria tras la guerra de 1948. Años más tarde, Al-Azm escribía: "Desde 1948 somos nosotros los que exigimos el retorno de los refugiados, al mismo tiempo que fuimos nosotros los que les hicimos irse. Provocamos el desastre sobre los refugiados árabes, invitándoles y presionándoles para que se fueran. Les hemos desposeído, les hemos acostumbrado a mendigar. Hemos participado en la reducción de su nivel social y moral. A continuación les explotamos haciéndoles ejecutar crímenes de asesinato, secuestro, y lanzando bombas contra hombres, mujeres y niños; todo esto al servicio de propósitos políticos."

Peters también cita al Rey Hussein de Jordania quien, en 1960, decía: "Desde 1948, los líderes árabes han enfocado el problema palestino de modo irresponsable. Han utilizado al pueblo palestino para propósitos políticos egoístas. Esto es ridículo y podría decir que incluso criminal". Israel retiró sus tropas del sur del Líbano en el 2000 y se retiró por completo de Gaza en agosto del 2005. Tras la retirada de Gaza, Israel recibió alrededor de 700 ataques de misiles lanzados desde el territorio antes ocupado. Todo un logro para la tesis de que la crisis finalizaría con el abandono de los territorios "ocupados".

Bombay. Bali. Madrid. Londres. El Cairo. Washington, D.C. Y Nueva York. Y Nueva York de nuevo. Las autoridades españolas frustraron un ataque terrorista contra su Audiencia Nacional, el centro de procesamiento de terroristas de España, después de que los españoles acordaran retirarse de Irak tras los atentados ferroviarios de Madrid. Gran parte del mundo, y desafortunadamente gran parte de Estados Unidos, se niega a coger la idea. Esto es la Tercera Guerra Mundial.

El islamofascismo busca nuestra destrucción. No el acomodo, no la conciliación, sino la destrucción total y completa. El islamofascismo no termina con la "recaptura" de la "Palestina histórica". Nuestra existencia misma –la democracia, libertad, la tolerancia religiosa o la igualdad de géneros– amenazan el islamofascismo.

Si los europeos no lo cogen, al menos algunos de los presuntos "estados árabes moderados" sí lo entienden. En un dramático cambio sobre su política anterior, Egipto, Jordania, Arabia Saudí y diversos estados del Golfo culpaban a Hezbolá, no a Israel, de empezar la guerra. El ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu observa que los terroristas llaman a Israel "el Pequeño Satán", y a América "el Gran Satán". Pero, advierte Netanyahu, tarde o temprano los europeos se darán cuenta de que los terroristas les consideran "el Satán Intermedio".

Nada menos que la civilización está en juego.

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