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Enrique Dans

YouTube TV

En un cierto tiempo, el usuario utilizará Internet para acceder a infinidad de contenidos, y entre esos contenidos se encontrará la televisión, que por tanto pasará a converger con el medio Internet como si formaran parte de una misma cosa.

Ver la televisión y navegar por Internet son dos de las actividades más habituales que desarrollan los seres humanos cuando están delante de una pantalla. Las relaciones entre Internet y televisión han sido siempre algo curioso, contradictorio en ocasiones, con tintes de "guerra de medios" y sustituciones sazonadas, en cambio, con unos ciertos toques de "evolución".


Entre los profesionales de ambos medios existen todo tipo de sensaciones: por un lado, es bien sabido que el incremento en el consumo de Internet tiende a producirse, precisamente, a expensas del consumo de televisión. Por otro, no es en absoluto pequeño el número de personas habituales del mundo Internet que tienen como contenidos "de culto" un buen número de series de televisión, series de televisión que a veces, precisamente, se aprovechan del marketing y la promoción viral provocada por estos "entusiastas de boca grande". En el medio, un cierto número de profesionales pragmáticos vienen a opinar que, en realidad, la rivalidad entre Internet y la televisión no existe, y que simplemente, se trata de un fenómeno de convergencia: en un cierto tiempo, el usuario utilizará Internet para acceder a infinidad de contenidos, y entre esos contenidos se encontrará la televisión, que por tanto pasará a converger con el medio Internet como si formaran parte de una misma cosa.

En este tipo de disquisiciones filosóficas estábamos metidos, cuando de repente, apareció YouTube. Creado por dos emprendedores, Steve Chen y Chad Hurley, tras una fiesta en su casa que les llevó a darse cuenta de lo complicado que resultaba compartir contenidos de vídeo con un grupo de amigos, la idea es, como muchas otras exitosas, de pasmosa simplicidad: ofrecer a los usuarios un lugar donde colgar sus contenidos en vídeo y obtener una dirección que poder dar a sus amigos para que puedan acceder a ellos.

En un principio, se pensó como una especie de red social, un componente muy habitual que sazona las ideas de la llamada Web 2.0: la posibilidad de definir tu red de amigos y conocidos de manera que estos pudieran, cada vez que colgabas un nuevo contenido, acceder a él de manera más sencilla. En la práctica, el mayor uso que está recibiendo YouTube no tiene nada que ver con la red social, sino más bien con el autodescubrimiento de contenidos. La práctica totalidad de los contenidos que se suben al sitio se hacen en abierto, es decir, de visualización libre para cualquier visitante de la página, y pueden ser localizados como contenidos recomendados, o al azar, o mediante una pequeña cajita de búsqueda en la parte superior de la página. La principal competencia de YouTube, Google Video, hace exactamente lo mismo: se pueden buscar contenidos, pero además ofrece una regleta a la derecha en donde se recomiendan, en función de algoritmos de afinidad, otros vídeos en los que el usuario que ya está visualizando un vídeo podría estar interesado.

La consecuencia, lógicamente, es la visualización seriada de un conjunto de contenidos que pueden tal vez guardar cierta similitud temática entre sí, pero que puede que ni siquiera sea necesariamente así. El usuario se encuentra en un sitio en donde visualizar todo tipo de contenidos, desde lo más aburrido y absurdo hasta lo más hilarante o extraño, en una rápida sucesión de piezas desordenadas, y con la posibilidad de encontrarse algo que realmente le apetezca comentar con otra persona a golpe de e-mail o subiéndolo a su página personal o blog. Es, sin duda, otra forma de consumir contenidos, pero que gana adeptos de manera consistente: esta misma semana, y por primera vez en su historia, el número de visitas a YouTube superó el de otro monstruo de la web: MySpace.

Sin duda, el consumidor de contenidos audiovisuales está cambiando. De contenidos estructurados a pequeños bits and pieces desestructurados, caóticos, y de calidad en general mucho más cercana a lo amateur que a lo profesional. No obstante, algunos de los del "otro lado" empiezan a darse cuenta del potencial vírico de sitios como YouTube, y empiezan a utilizarlo para intentar transmitir nuevas películas, canciones, series o contenidos en general, o para ensayar su posible viabilidad. Es, sin duda, el advenimiento de una convergencia interesantísima, en la que los usuarios se encuentran contenidos de una diversidad mucho más amplia, y entronizan con sus clicks a nuevos reyes de la moda, como el bailarín Judson Laipply, protagonista del vídeo más visto en YouTube, "The evolution of dance" –más de treinta millones de visualizaciones– que tras semejante éxito de público, acabó bailando este año en el previo de la Super Bowl.

¿A dónde nos lleva una convergencia como ésta? Sin duda, a un sitio la mar de interesante. Por el momento, dedique un rato a darse un paseo por el sitio, con o sin palabra de búsqueda, y compruebe qué es lo que tantos usuarios están viendo en ese nuevo canal de televisión: YouTube TV.

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