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Tras Castro no habrá castrismo

La responsabilidad que los españoles tenemos para con Cuba y su futuro no pasa por telegramas de condolencias para el comandante. Pasa por una firme declaración a favor de la liberación de Cuba, por una Cuba verdaderamente libre.

Nuestro infatigable ministro de Exabruptos Exteriores, "Curro" Moratinos, se apresura a decir, tras conocer de la enfermedad de Fidel Castro, "que le desea una pronta recuperación, comandante". No cabía esperar más de él, ni tampoco de nuestro hombre en La Habana, el ex miembro del PCE y embajador Carlos Alonso Zaldívar. Pero no es el momento de desearle una pronta recuperación a quien mantiene vivo lo peor del comunismo bajo la forma de una brutal dictadura personal que ya dura 47 años. Si uno fuera un demócrata de verdad, de los de toda la vida, lo que le saldría como deseo es que se marche ya del poder, vivo o muerto. No otra cosa.

Puede que al actual gobierno radical español le guste el castrismo sin Castro y quiera empezar a llevarse bien con los nuevos poderosos en los que ha delegado, empezando por el viejo hermanísimo, el asesino de masas, Raúl Castro. Y puede que muchos piensen que habrá castrismo sin Castro. Pero si algo nos enseña la historia de las transiciones políticas, de Franco a la URSS, es que es muy difícil que el régimen suceda al dictador muerto. Salvo que se le ayude desde el exterior.

Por tanto, es ahora cuando se debe hacer saber a los Raúles, Pérez Roque, Alarcones y Lages, que para que Cuba disfrute de unas relaciones normalizadas con las democracias occidentales, es el régimen de Castro y no sólo Fidel lo que tiene que desaparecer.

Es más, si la historia ha de servirnos de guía, habría que concluir que este es el momento de apretar más al régimen de La Habana a la vez que lanzar una fuerte ofensiva de apoyo a la sociedad civil, a los disidentes y a las ONG que puedan escapar al severo control del régimen. Es la hora de hablar con los cubanos del interior, de tratar de identificar a los nuevos líderes y de ayudar a todos aquellos que desde fuera de la Isla quieren un futuro mejor y en libertad para todos los cubanos.

Es casi imposible señalar quienes van ser determinantes en los momentos del post-castrismo. Nadie se esperaba a Gorbachov en la URSS de mediados de los 80 como nadie se esperó a Suárez en la España de mediados de los 70. Seguramente será gente de dentro, que se aleje rápidamente del actual régimen y que no esté manchada de sangre, quienes sean capaces de poner en marcha un proceso de reconciliación nacional. Lo que es seguro es que no serán los designados por Castro, que pronto entrarán en una lucha sin cuartel por el poder.

En todo caso, la responsabilidad que los españoles tenemos para con Cuba y su futuro no pasa por telegramas de condolencias para el comandante. Pasa por una firme declaración a favor de la liberación de Cuba, por una Cuba verdaderamente libre. Claro, que para eso hay que ser demócrata y creer en la libertad. Cosas más que dudosas en el gobierno socialista español.

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