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Francisco Cabrillo

Arde Galicia

Por una parte, no han funcionado los planes de limpieza de los bosques de matorrales y otros materiales de fácil combustión. Por otra, la organización de todo el servicio de extinción de incendios ha sido un auténtico desastre.

Hace ya varios días que no puedo apreciar el color azul del cielo desde mi casa de la ría de Arosa. Estamos inmersos en una gran nube de humo que nadie había visto nunca por estas tierras. Y no hay incendios, afortunadamente, en las inmediaciones de mi aldea. El fuego tiene tal intensidad que el humo que produce se extiende a lo largo de muchos kilómetros y oscurece gran parte de la región. La vida diaria se ve afectada. Ponerse en camino en coche significa correr el riesgo de sufrir un desvío por corte de carretera. La Autopista 9, la espina dorsal de las comunicaciones de la costa gallega, ha sido cortada ya varias veces. Y ayer mismo un desvío forzoso provocó atascos de varios kilómetros en las cercanías de Padrón. Tres personas han muerto ya. Ha sido necesario evacuar a miles de vecinos del medio rural. Y el fuego está hoy próximo a algunas parroquias y barrios de Santiago de Compostela. Los titulares de la prensa expresan bien lo que está ocurriendo: "El fuego lo colapsa todo"; o "Situación: caos total", se lee en la primera página de hoy de El Correo de Gallego.

Galicia está sufriendo estos días la mayor catástrofe ecológica de su reciente historia, al lado de la cual el hundimiento del Prestige ha pasado a ocupar un lugar secundario. Pero hoy lo políticamente correcto es no decir tal cosa. Para el gobierno de la Xunta el caso del petrolero fue una muestra de la mala gestión del Partido Popular, entonces en el gobierno regional. Pero trata de disimular su lamentable actuación es este asunto con el argumento de que la culpa es de los pirómanos. Muchos –tal vez la mayoría– de los incendios son provocados, ciertamente. Pero esto viene sucediendo desde hace muchos años. El desastre actual parece deberse a otras dos circunstancias. La primera, unas condiciones meteorológicas especialmente desfavorables, con fuertes vientos secos del nordeste tras un período bastante prolongado de sequía. Poca solución hay para esto, desde luego. Pero cada día se van conociendo nuevos datos sobre la ineptitud de la gestión del gobierno, tanto a lo largo de la última semana como –lo que es seguramente aún más importante– en la prevención de los incendios a lo largo de todo el año.

Por una parte, no han funcionado los planes de limpieza de los bosques de matorrales y otros materiales de fácil combustión. Por otra, la organización de todo el servicio de extinción de incendios ha sido un auténtico desastre. De acuerdo con las informaciones de prensa, que no han sido desmentidas por el gobierno autonómico, siete de los ochos directivos de primer nivel de estos servicios fueron cesados por la actual Xunta, tras las elecciones. A cuatro responsables provinciales y más de una docena de jefes de distrito les ha sucedido lo mismo. Y parece que, en la zona de Barbanza, una de las más afectadas por incendios en los últimos años, no se nombró un responsable hasta hace unos días.

Este año se ha negado el contrato en las brigadas de prevención a personas que no pudieron acreditar conocimiento suficiente de gallego. De nuevo el gobierno regional lo niega. Pero empiezan ya a aparecer en los medios de comunicación personas, con nombres y apellidos, que pasaron por tan grotesca experiencia; personas a las que, por cierto, han empezado a llamar por teléfono ahora para que se incorporen a los equipos de extinción. Hace pocas semanas nos enterábamos de que a un músico polaco no se le había confirmado su plaza de profesor en el conservatorio de Palma de Mallorca por no aprobar el examen de catalán. La experiencia gallega es similar, pero más trágica. Se ha preferido un certificado de conocimiento de idioma a la experiencia en la función a desempeñar, con la idea tal vez de que las llamas de Vilaboa o Rois son más sensibles a quien les hable en el idioma de Rosalía.

Si el gobierno gallego no ha tenido una actuación especialmente brillante, el nacional no lo ha hecho mejor. Quien en Madrid quedara no ha cumplido siquiera con su primera obligación de solicitar a tiempo la ayuda internacional necesaria y la Unión Europea así se lo ha tenido que recordar.

Escuché las noticias de la televisión regional. En el sexto día desde que se generalizaron los fuegos, el número de incendios volvía a aumentar. Dios nos coja confesados.

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