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El complejo de culpa del PP

¿Qué van a hacer entonces los cascos azules de la ONU? ¿Mediar e interponerse entre las fuerzas de la libertad y las del terror fundamentalista? ¿Para eso quiere Mariano Rajoy las Fuerzas Armadas españolas?

Dos llamadas telefónicas es lo que le ha costado a Rodríguez Zapatero obtener el sí de Mariano Rajoy al despliegue de tropas españolas en el sur del Líbano bajo el paraguas de la resolución 1701 de la ONU. La primera del presidente libanés a Zapatero, en la que le pedía apoyo al despliegue de la ONU en su país. Sí, el mismo mandatario que hace dos días se jactaba en las páginas de El Mundo al afirmar que Hezbolá es y será parte integral del Estado del Líbano. La segunda al mismo Rajoy, para comentar esta opción y su voluntad de llevarla a cabo.

Rajoy debería haber pensado algo más su apoyo al envío de tropas españolas, pues es una medida que carece de sentido. Para empezar porque la propia resolución de la ONU es un sinsentido. Se culpa a Hezbolá de ser la causante de esta guerra, pero no se ponen los medios para acabar con el problema, como sería desmantelar sus estructuras; se pide un embargo de armas para Hezbolá, pero se niega a condenar a su principal base logística, Siria, y mucho menos a su principal proveedor, Irán; se confía en una paz en la zona que nadie, salvo Israel, está capacitado para garantizar.

El único propósito de esta nueva resolución debería haber sido el desarme completo de Hezbolá y, en consecuencia, que el contingente de la ONU se dedicara a esa misión. Ya sabemos por boca de los más altos responsables de la organización terrorista que no aceptan ser desarmados, ni pacífica ni forzadamente ¿Qué van a hacer entonces los cascos azules de la ONU? ¿Mediar e interponerse entre las fuerzas de la libertad y las del terror fundamentalista? ¿Para eso quiere Mariano Rajoy las Fuerzas Armadas españolas?

También hay una razón táctica para no apoyar la decisión de Rodríguez Zapatero. En el mejor de los casos es puro seguidismo de París, quien orquesta todo sin aportar gran cosa; en el peor, es hacerle el juego a Siria, precisamente tras la visita del hacendoso Moratinos a Damasco en pleno conflicto. ¿Son esos los aliados que quiere el señor Rajoy para sí y para España?

Hay aún más. El gobierno ya ha subrayado su disposición a contribuir a una misión aprobada por la ONU, legítima y legal, según su visión. Y ya se encargará cuando toque de recordar que la contribución del PP a Irak no contó con la mágica resolución de la ONU.

El fácil sí de Rajoy a Rodríguez Zapatero sólo puede explicarse por los complejos de culpa que pesan sobre la actual cúpula del PP, salvo que se atribuya a un profundo desconocimiento estival de lo que está en juego en el Líbano. Rajoy habrá valorado, sin duda, que no apoyar al presidente socialista podía ser interpretado como pro-israelí, en un país que no se caracteriza precisamente por ser pro-judío, a la vez que anti-ONU, puesto que la 1701 está ya ahí. Igualmente, es fácil que haya pensado que la política exterior que a él le gustaría estaría basada en el consenso, en tanto en cuanto que política de Estado y que, por ello, se vería forzado a dar su sí. En todo estaría equivocado.

En lugar de su rápido sí, Rajoy debiera haberse hecho, haberle hecho a Zapatero, y haber traslado a la opinión pública, varias preguntas esenciales para entender no sólo lo que está en juego sino el papel de nuestros soldados en esa zona del mundo. Para empezar sus objetivos, su misión, que no está nada clara. En segundo lugar, su responsabilidad y en qué grado de decisión van a actuar nuestras tropas llegado el caso. En tercer lugar, bajo qué cadena de mando y si la ONU cuenta hoy con las estructuras y procedimientos adecuados para el éxito de esta misión. Y otras cosas, como las reglas de enfrentamiento de nuestro contingente ¿Dispararían a elementos de Hezbolá? ¿Lo harían a las tropas de Israel? ¿Se enfrentarían e elementos sirios o iraníes?

Mariano Rajoy debiera haber valorado a quién beneficia este despliegue español, si a la situación en la zona o a la imagen fatua de Rodríguez Zapatero. La resolución 1701 llega en un momento en el que la comunidad internacional ha imposibilitado a Israel alcanzar sus objetivos estratégicos, evitando así merma alguna en la capacidad y mentalidad victoriosa de Hezbolá. Sin la determinación de hacer que el responsable de esta guerra, el terrorismo islamista, pague por sus acciones, las tropas de la ONU acabarán jugando a la contra de nuestros intereses vitales, como ha sucedido con UNIFIL, de la que ya contamos con una larguísima y amarga experiencia. Pero como a Rodríguez Zapatero que Israel salga perdiendo le importa muy poco, es más, hasta puede que le alegre el día, la foto del despliegue español bajo bandera de la ONU le beneficiara tanto en el ámbito doméstico como en el exterior. Mariano Rajoy debiera considerar si a él también le va a beneficiar. Puede pensar que sí, pero a lo peor se equivoca.

Y, por último, Mariano Rajoy debiera haber tenido en cuenta la sensibilidad de quien se va a tener que desplegar por puro capricho político, los militares españoles. Nuestra contribución está lejos de ser vital para el éxito de la misión. Es más, la misión está lejos de ser vital para los objetivos que se dicen querer alcanzar en la zona. Y lo que sí se dice desde ya es que todo va a resultar complicado y peligroso. Ha llegado el momento de dejar de jugar a la guerra con nuestros hombres y mujeres en uniforme. Batallas, las justas y para ganarlas. Ya basta de despliegues humanitarios que en realidad no lo son, ni contribuciones a la paz que esconden cambalaches políticos de muy distinta naturaleza. Aunque Rodríguez Zapatero puede que sí, España no gana nada participando en esta misión. Y Mariano Rajoy debería saberlo.

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