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Daniel Rodríguez Herrera

Bruselas censura a los críticos del Islam

Es una pena que un país que está demostrando ser tan profundamente fascista sea la sede de las instituciones europeas. No dice mucho a favor de la Europa que estamos creando.

Entre los numerosos blogs que leo se encuentra The Brussels Journal, en el que escriben europeos de varios países –entre ellos, el colaborador ocasional de Libertad Digital Carlo Stagnaro– y que, con frecuencia, trae noticias interesantes sobre lo que sucede dentro de la Unión. Algunas de esas noticias tienen que ver con el islamismo y la tímida, en el mejor de los casos, reacción de los europeos y sus gobernantes ante este fundamentalismo. Pues bien, ahora su editor, Paul Belien, está siendo acosado por la policía debido a una denuncia anónima por "racismo" ante el Centro por la Igualdad de Oportunidades y Oposición al Racismo. Belien ha desobedecido la orden de ir a declarar a comisaría porque considera que no tiene la obligación de responder a acusaciones anónimas mientras no viva en la URSS.

No es la primera vez que este organismo actúa contra críticos del Islam. El mismo blog denunció hace unos meses que dicho centro había denunciado a un sacerdote cristiano de origen turco por "incitar al odio racial". El principal motivo de la demanda son unas declaraciones en televisión en las que decía que "todo niño musulmán islamizado que nace en Europa es una bomba de relojería para los niños europeos. Estos últimos serán perseguidos cuando se hayan convertido en minoría". Es de desear que el padre Samuel esté equivocado, pero habiendo huido de su país por la persecución religiosa, no parece raro que tenga una visión tan negra del futuro de Eurabia. En cualquier caso, tiene derecho a tenerla y exponerla. Es más, ni siquiera es racista.

Porque, a ver si aclaramos algo tan sencillo de una vez por todas, criticar al Islam y a quienes lo practican no es racismo contra gente de piel más oscura, ni es incitación al odio racial, del mismo modo que criticar al cristianismo no es racismo contra los blancos europeos. La religión no es algo que venga de suyo con los genes. Es una fe, que se tiene o no se tiene; en definitiva, pertenece al mundo de las ideas. Y precisamente para la crítica de las ideas es para lo que la libertad de expresión es más útil y necesaria. Pensar que es racista poner de vuelta y media al Islam no hace otra cosa que demostrar el profundo racismo de quienes así lo declaran, que parecen pensar que los musulmanes son todos moros y que todos los moros son musulmanes y no pueden ser otra cosa. Además, son tan paternalistas que consideran que los musulmanes no son suficientemente mayorcitos como para defenderse como todos nosotros, mediante la palabra, de las críticas que se les dirigen.

El padre Samuel, racialmente, es indistinguible de otros turcos. Del mismo modo que los iraníes que critican a su gobierno religioso fundamentalista en sus blogs no es ya que sean racialmente iguales a sus tiranos, sino que encima incluso profesan la misma religión. En Irán les meten en la cárcel y parece que ahora, en el corazón de Europa, también lo harían.

Y es que el Centro en cuestión tiene una doble vara de medir que da bastante vergüenza ajena. En el 2004 un músico publicó un disco llamado "Abajo América" en el que expresaba un odio completo y total por el país y sus habitantes. Por supuesto, no enviaron la policía a la casa del artista, que al fin y al cabo es una persona de talante progresista. Lo arreglaron con una carta en que éste "explicaba" su disco, que casi era peor que la música en sí. En España, la izquierda se dedica a publicar libros racistas como el de Tamames hijo, pero como esos libros muestran odio por Estados Unidos y todos y cada uno de sus habitantes por serlo, no son racistas, parece ser, y ni SOS Racismo ni oenegés subvencionadas similares tienen nada que decir al respecto.

Es una pena que un país que está demostrando ser tan profundamente fascista sea la sede de las instituciones europeas. No dice mucho a favor de la Europa que estamos creando. Casi menos que la Constitución Europea que nos quisieron colar hace un par de años y que ahora parece que estuviera muerta y enterrada. En Estados Unidos empiezan a preocuparse por el estado de nuestra libertad de expresión. Y no es para menos. Eso sí, nosotros siempre somos moralmente superiores a los malvados yanquis, ya saben. Ni se les ocurra dudarlo.

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