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Carlos Rodríguez Braun

Números

Como los empresarios no son sistemáticamente bobos, quizá las diferencias salariales entre hombres y mujeres no obedezcan a ninguna discriminación sino a lo que han obedecido siempre, a las diferencias de productividad.

Mercedes Benítez iniciaba así su reportaje en ABC: "Los números no engañan". Esta certeza matemática deriva de que "el salario medio de las mujeres en Andalucía es un 52 por ciento más bajo que el de los hombres". Concluye por tanto doña Mercedes, sin titubear: "las mujeres andaluzas están discriminados con respecto a los hombres en la cuestión salarial".

Como las cifras que esgrime la señora Benítez son los salarios medios anuales, no hay ninguna forma de deducir esa supuesta discriminación. Bien podría suceder, por ejemplo, que las mujeres andaluzas cobren menos porque trabajan menos. Si trabajar menos es una elección libre de las andaluzas, entonces no existiría discriminación alguna.

Pero supongamos que las mujeres trabajan las mismas horas que los hombres y ganan menos. En ese caso cabría argumentar que existe discriminación si se trata de trabajos idénticos. Una antigua consigna progresista es precisamente que las mujeres cobran menos que los hombres por el mismo trabajo.

Sin embargo, esto también es una tontería, como lo prueba un dato muy conocido y que también recoge Mercedes Benítez, sin percibir la contradicción que comporta con su tesis de la discriminación: y es que el paro es más femenino que masculino. Si las mujeres cobrasen menos que los hombres por el mismo trabajo, la única forma de explicar su paro mayor sería que los empresarios son imbéciles, porque dejan pasar una oportunidad muy sencilla de ganar más, simplemente contratando a mujeres. Como los empresarios no son sistemáticamente bobos, quizá las diferencias salariales entre hombres y mujeres no obedezcan a ninguna discriminación sino a lo que han obedecido siempre, a las diferencias de productividad.

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