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Jeff Jacoby

Lecciones desde Israel para nuestros aeropuertos

No es racismo argumentar que la prevención del terrorismo islamista precisa de mayor atención sobre los viajeros musulmanes, igual que no es racismo que la policía preste más atención a los italianos cuando intenta evitar una asesinato de la Mafia.

Hay un acuerdo amplio sobre que la aerolínea más segura del mundo es El Al, la línea aérea nacional de Israel. El aeropuerto más seguro es el Aeropuerto Internacional Ben Gurión, en Tel Aviv. Ningún avión de El Al has sido atacado por terroristas en más de tres décadas y ningún vuelo que haya salido del Ben Gurión ha sido secuestrado nunca. De modo que cuando las autoridades norteamericanas de aviación intensificaron su atención en la seguridad tras el 11 de Septiembre, parecía una apuesta segura que la experiencia de viajar desde aeropuertos estadounidenses se iba a parecer cada vez más a la de partir desde Tel Aviv.

Pero al final las dos maneras de viajar han continuado siendo notablemente distintos. Por ejemplo, se exige que los pasajeros en Estados Unidos se quiten sus zapatos para el análisis con rayos X, mientras que a los pasajeros en el Ben Gurión se les ahorra esa ignominia. Por otra parte, los grandes aeropuertos norteamericanos en general ofrecen la facilidad de facturación aparte, mientras que en Israel el equipaje y el pasajero permanecen juntos hasta que se complete el control de seguridad. El personal de vigilancia en los aeropuertos norteamericanos normalmente no involucra conversaciones con los pasajeros, a menos que usted cuente como conversaciones la infinita repetición de instrucciones para vaciar los bolsillos y sacar los portátiles de los maletines. En el Ben Gurión, los funcionarios de seguridad tienen por norma involucrarse en diálogos con casi todo el mundo que sube a un avión.

Hay un motivo para estas diferencias. Casi cinco años después del 11 de septiembre del 2001, la seguridad aeroportuaria norteamericana sigue obstinadamente centrada en interceptar cosas malas, como armas, cuchillos o explosivos. Es una política reactiva, encaminada a evitar que se repita el último complot terrorista. Los secuestradores del 11 de Septiembre utilizaron un cúter como arma, de modo que se prohibieron los objetos afilados de metal en el equipaje de mano. Richard Reid intentó convertirse en terrorista suicida activando una bomba en su zapato, de modo que el calzado de todo el mundo es analizado en busca de alteraciones. A comienzos de este mes, las autoridades británicas frustraban el plan para volar aviones comerciales con líquidos explosivos; como resultado, la pasta de dientes, los colirios y las colonias se convertirán en contrabando aéreo.

Por supuesto, los israelíes buscan también bombas y armas, pero siempre teniendo presente que no son esas cosas las que secuestran aviones sino los terroristas, y el mejor modo de detectar terroristas no es centrarse en cosas malas, sino en gente mala. En mucha mayor medida que en Estados Unidos, la seguridad en El Al y el Ben Gurión depende de la inteligencia y la intuición, eso que Rafi Ron, ex director de seguridad del Ben Gurión, llama "el factor humano", algo que la tecnología por sí sola no puede reemplazar.

La seguridad aeroportuaria israelí, gran parte de ella invisible para el ojo no entrenado, empieza antes incluso de que los pasajeros accedan a la terminal. Los funcionarios monitorizan el comportamiento constantemente, alerta ante pistas que puedan señalar peligro: ropa demasiado ancha, digamos, o comportamiento nervioso. Los fichadores –sí, así es como se llaman– tienen como labor esencial entrevistar a los pasajeros, en ocasiones en profundidad. Buscan, como explicaba recientemente un supervisor a la CBS, "algo fuera de la normal, algo que no encaje". Sus preguntas pueden parecer extrañas o intrusivas, especialmente cuando la única experiencia previa con un interrogatorio de aeropuerto era ser preguntado si se hizo las maletas uno mismo.

Al contrario que los aeropuertos norteamericanos, donde los pasajeros atraviesan la seguridad después de facturar su equipaje y adquirir billete para sus vuelos, la seguridad en el Ben Gurión va primero. Solamente cuando el fichador está seguro de que un pasajero no supone ningún riesgo, se permite que acceda al mostrador de facturación. En ese momento, no hay necesidad de hacer que se quite los zapatos o de confiscar su botella de agua.

Gradualmente, la seguridad aeroportuaria en Estados Unidos se inclina poco a poco por monitorizar a la gente, el lugar de solamente sus pertenencias. En un puñado de aeropuertos, el personal de seguridad es hoy entrenado para observar las expresiones faciales, el lenguaje corporal y la forma de hablar que puedan señalar las intenciones hostiles de un pasajero o el miedo a ser atrapado.

Pero dado que la política federal prohíbe el fichado étnico o religioso, los pasajeros norteamericanos continúan siendo seleccionados para escrutinio especial principalmente según una base aleatoria. Incontables horas se han dedicado a cachear ancianas en sillas de ruedas, bebés con chupetes, incluso ex vicepresidentes norteamericanos; un tiempo que se podría haber dedicado en su lugar a concentrarse en los pasajeros con mayor probabilidad de ser terroristas.

Ninguna persona sensata imagina que el fichado étnico o racial por sí solo puede detener todo complot terrorista. Pero es ilógico y potencialmente suicida no tomar en cuenta el hecho de que, hasta la fecha, todo terrorista suicida planeando derribar un avión norteamericano ha sido un varón musulmán radical. No es racismo ni fanatismo argumentar que la prevención del terrorismo islamista precisa de mayor atención sobre los viajeros musulmanes, igual que no es racismo ni fanatismo que la policía preste más atención a los italianos cuando intenta evitar una asesinato de la Mafia.

Por supuesto, la mayor parte de los musulmanes no son jihadistas violentos, pero todos los jihadistas violentos son musulmanes. "Esta nación", ha dicho el presidente Bush, "está en guerra con fascistas islámicos". ¿Cuánto tiempo más toleraremos un sistema de seguridad aérea que simula no saber eso por motivos de corrección política?

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