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EDITORIAL

El populista acoso a la democracia mexicana

A la vista está que López Obrador sigue siendo el exponente de una izquierda liberticida y recalcitrante que sólo apoya la democracia cuando le garantiza el poder.

El máximo Tribunal Electoral mexicano acaba de confirmar presidente electo de México a Felipe Calderón, quien sucederá a Vicente Fox el próximo 1 de diciembre. Según el recuento final de votos presentado por el tribunal, el candidato liberal-conservador obtuvo en las elecciones del pasado 2 de julio una ventaja de 233.831 votos frente al izquierdista Andrés Manuel López Obrador.

La confirmación de la victoria de Calderón no despeja, sin embargo, la amenaza liberticida y populista que, proveniente de una izquierda radicalizada, se cierne sobre la estabilidad institucional y democrática de México. El derrotado dirigente populista López Obrador, no contento con haber dejado en evidencia sus afinidades con dirigentes como Hugo Chávez o Evo Morales, ha imitado su falta de respeto por los resultados y por las instituciones democráticas al declarar, hace dos días, su voluntad de no acatar el fallo del tribunal, de tomar las calles y de formar un gobierno paralelo y "de resistencia".

Si una formación como el gobernante Partido de Acción Nacional ha sabido, gracias a Calderón, modernizar y liberalizar el discurso y el programa de la derecha mexicana, a la vista está que López Obrador sigue siendo el exponente de una izquierda liberticida y recalcitrante que sólo apoya la democracia cuando le garantiza el poder.

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