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EDITORIAL

Siete tiros, momento trascendente

Si entonces el presidente del Gobierno aseguró que debía "contenerse" para no decir lo que pensaba del etarra, hoy ya ni siquiera considera necesario fingir un desprecio que no parece sentir hacia los asesinos nacionalistas vascos.

Zapatero da a veces la imagen de un hombre que intenta detener una inundación con sus manos desnudas. Así, después de que el etarra Ignacio Bilbao amenazara a un juez con arrancarle la piel a tiras y pegarle siete tiros, el presidente del Gobierno afirmó que, en el proceso de rendición, "estamos acercándonos a momentos trascendentes en cuanto a las posibilidades de fondo". Signifique lo que signifique exactamente semejante frase, lo que no cabe duda es que, con ella, Zapatero persiste en su empeño de afirmar que todo va bien, y que la negociación –esa que supuestamente empezará en unas semanas– llegará a buen puerto, aunque no especifique jamás qué puerto es ese.

Mientras, etarras como Bilbao o Txapote no dejan de mostrar la verdadera cara criminal de la organización a la que ahora el PSOE pretende investir con símbolos pacifistas. Las risas del segundo y los insultos del primero representan el mismo desafío y la misma burla a la Justicia. Si entonces el presidente del Gobierno aseguró que debía "contenerse" para no decir lo que pensaba del etarra, hoy ya ni siquiera considera necesario fingir un desprecio que no parece sentir hacia los asesinos nacionalistas vascos. Y ese es quizá el verdadero momento trascendente al que hemos acabado arribando.

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