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José García Domínguez

La gran utopía de la mediocridad

Al fin, la paidocracia perfecta que estableciera el Partido Socialista en el articulado de la LOGSE comienza a dar los frutos soñados. Al fin, todos somos Santiago Segura. Al fin, todos eternos adolescentes iracundos y ágrafos.

Lo terrible no es que en Cataluña ya casi todos sean Pepe Rubianes. Lo verdaderamente desolador, lo trágico, es que en España ya casi nadie va a librarse de ser Pepe Montilla. Al cabo, lo del Principado, todos lo sabemos, no tiene remedio. Pero lo que no tiene lo otro es perdón de Dios. Lo otro es esa estadística internacional de niveles escolares de la OCDE que, año sí y año también, nos remite no al culo de Rubianes, sino al del mundo. Pues, año sí y año también, ahí habita nuestra fracasada escuela, siempre en disputada pugna por el farolillo rojo con las madrassas de Turquía y los parias de las favelas del Brasil.

Lo definitivamente escandaloso no es que, por ejemplo, El País mienta a cuatro columnas sobre el mayor crimen de la Historia de España. Lo atroz es que Polanco sepa que puede hacerlo con impunidad, porque no ignora que los productos de la LOGSE apenas son capaces de digerir algo más que un titular de prensa. Igual que lo infinitamente triste no es contemplar a esos patéticos hijos de inmigrantes del PSC escupiendo contra el viento, contra la "puta España". No, lo descorazonador es que hayan desertado de las aulas conociendo a Quim Monzó, pero sin haber estudiado un solo poema de García Lorca. Y no porque vayan a ignorar de por vida quién fue Lorca, sino porque lo que no van a saber nunca es quiénes son ellos mismos. Que, formando parte o no de ese 34 por ciento incapaz de superar un Bachillerato de risa, estén abonados a perpetuidad a la claque de Crónicas Marcianas, a las viñetas de El Periódico de Catalunya y los rebuznos del Rubianes de guardia en TV3.

Ellos con sus camisetitas y ese papel timbrado de la OCDE con nuestro bochorno constituyen la prueba del nueve del primer éxito incuestionable de Zapatero. Del triunfo de esa gran utopía tan suya, la de la mediocridad. He ahí las certificaciones nacional e internacional de que progresa adecuadamente el empeño zapateril por castrar la excelencia en la inmensa cama de Procusto que el PSOE llama pedagogía progresista. Al fin, todos hemos sido igualados por abajo. Al fin, todos somos Pepe Rubianes. Al fin, la paidocracia perfecta que estableciera el Partido Socialista en el articulado de la LOGSE comienza a dar los frutos soñados. Al fin, todos somos Santiago Segura. Al fin, todos eternos adolescentes iracundos y ágrafos. Al fin, todos somos Boris Izaguirre. Al fin, todos analfabetos.

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