Aunque parezca exagerado, desgraciadamente no le falta la razón al PP cuando denuncia, en materia de inmigración, que el Gobierno de Zapatero se está convirtiendo en el "hazmerreír" del África Subsahariana. La escasa colaboración de los gobiernos de aquellos países, tanto para aplacar la salida como en las tareas de repatriación, parece, efectivamente, "una tomadura de pelo". El problema es que el efecto llamada de la irresponsable política de inmigración y de la nula seriedad y firmeza que transmite nuestro Gobierno se va extendiendo geográficamente todavía más allá, tal y como evidencia el barco con más de doscientos inmigrantes asiáticos que ha sido interceptado este jueves a una milla al sur de Tenerife.
Para colmo, el Gobierno de Zapatero, lejos de tratar de recuperar la confianza de nuestros socios, asiste en La Habana a la cumbre del Movimiento de Países no Alineados, donde volverá a frecuentar las malas compañías de gobiernos tan liberticidas y perjudiciales para nuestros intereses como los de Cuba, Venezuela, Bolivia o Irán. No sabemos si este vergonzoso "alineamiento" con dictaduras y regímenes bananeros es al que se refería Zapatero cuando hablaba del "corazón de Europa"; lo que sí sabemos es que nuestros socios europeos, en general, y Francia y Alemania, muy en particular, no terminan de olvidar ni perdonar el caso omiso que nuestro Gobierno hizo de sus advertencias contra nuestra política de inmigración.
Puede que el socialista Joaquín Almunia trate ahora de aplacar los ánimos dándole la razón, en hora tardía, a Sarkozy respecto a que la política de inmigración de los países europeos debe tener el consenso comunitario. En cualquier caso, es mucho más lo que el Gobierno de Zapatero tiene que hacer para recuperar la confianza y el prestigio perdidos. Y, desde luego, lo que es seguro es que eso no lo recuperará nuestro Gobierno en La Habana.
