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Ignacio Villa

El Gobierno ha tocado fondo

Han decidido acurrucarse en el ácido bórico pensando que la tormenta de la falsificación va a pasar. Pero esta vez no es una simple tormenta; es un temporal que sólo amainará cuando el ejecutivo deje de poner obstáculos en el camino hacia la verdad.

Al ejecutivo que salió de los atentados del 11 de marzo se lo está llevando la corriente de sus propias artimañas. Habían colocado algunos mecanismos de contención pensando que los españoles se iban a olvidar de la matanza de Madrid, entretenidos por el día a día. Pero dos años y medio después, lo cierto es que el grito de que queremos saber la verdad empieza a ser una petición generalizada en toda la opinión pública.

Zapatero, desde su llegada a Moncloa, ha intentado frenar la avalancha, pero finalmente se ha visto superado. Con el paso de los meses la teoría oficial sobre la masacre ya no se la cree nadie, las pruebas que la sostenían se han desmontado y continúa sin despejarse la autoría de los atentados. Desde el Gobierno pensaron que con cuatro distracciones de nada los españoles se iban a olvidar de la matanza; incluso han jugado a dividir desde dentro al Partido Popular con la colaboración impagable de Ruiz Gallardón y de Piqué. Pero todo ha sido en vano.

Dos años y medio después queremos saber la verdad. Ya no hay teoría oficial; en el fondo, no sabemos nada. Y encima, nos enteramos de que se han falsificado documentos policiales para evitar relación alguna entre ETA y los atentados. El ejecutivo se encuentra en estos momentos en un callejón sin salida. Rubalcaba, el hombre milagro puesto a defender el fuerte, como ya hizo en otras ocasiones, se encuentra hundido por el peso de sus propias palabras en el Congreso. Por el momento han decidido acurrucarse en el ácido bórico pensando que la tormenta de la falsificación va a pasar. Pero esta vez no es una simple tormenta; es un temporal que sólo amainará cuando el ejecutivo deje de poner obstáculos en el camino hacia la verdad.

Cuando ha pasado tanto tiempo desde el atentado más grave de la historia de España y el gobierno sigue sin aclarar nada, no puede evitar que crezca la sospecha de que algo le va en este partido. Y cuanto más tiempo pase, más grande será la duda. Semejante comportamiento ha conseguido que nos encontremos en una legislatura convulsa y estéril, exactamente igual a la última de Felipe González, entre el 93 y el 96. Entonces la causa era el GAL y la corrupción. Ahora, ¿qué motivos son?

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