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GEES

Que pidan perdón ellos

Hipocresía máxima, pero que demuestra que el Sumo Pontífice no se equivocaba: denunció a quienes defendían la fe mediante la violencia y éstos se dieron por aludidos y convocaron contra él un día de ira y odio.

Lo decíamos aquí hace no demasiado; la agenda del mundo árabe y musulmán está dominada y determinada por los radicales intolerantes y fundamentalistas. Podrá existir un islam moderado, pero hoy permanece en manos de quienes dicen desmarcarse del terrorismo para después justificarlo y marchar junto a él en la denuncia de cualquier cosa que hagan o digan los ciudadanos europeos. Todos los representantes islámicos, mundiales y aún en España, han apretado las filas con los terroristas de los que dicen no tener nada que ver, pero a los que miman, comprenden y justifican.

La semana posterior al discurso del Papa ha culminado con el declarado "día de la ira". Tras manipular las palabras de Benedicto XVI en Ratisbona, pronto salieron escandalizados los tradicionales guardianes de la fe musulmana. Regímenes paleocorruptos como el de Mohamed VI, medievales como el de Yemen, así como jeques, muftis, ulemas, escritores se pusieron a la cola para exigir disculpas al Papa, y lanzar a los suyos a las calles para protestar como habitualmente lo hacen, quemando banderas, iglesias, crucifijos. Y amenazando con reducir Europa a cenizas.

En el colmo del cinismo, la Unión Mundial de Ulemas encendió la mecha y se tapó los oídos; convoca el día mundial del odio contra el Papa pero pide que no se ataque a aquellos a quienes ordena odiar. Hipocresía máxima, pero que demuestra que el Sumo Pontífice no se equivocaba: denunció a quienes defendían la fe mediante la violencia y éstos se dieron por aludidos y convocaron contra él un día de ira y odio.

Las consecuencias nos son ya conocidas; amenazas ante las cámaras de televisión occidentales, quema de efigies papales y el asesinato de una monja en Somalia. Más allá de polémicas teóricas, lo cierto es que la teatral indignación de los supuestos representantes del islam ha traído una vez más la muerte de inocentes. Muertos en sus países islámicos, a manos de aquellos islámicos a quienes ellos consideran los suyos. Y encima piden disculpas. ¿Pedirles perdón? Europa debiera reaccionar, y hacerlo ya: son ellos quienes tienen que pedir perdón por defender, albergar y permitir las actividades criminales. Deben hacerlo, en primer lugar, ante los propios árabes a los que asesinan, someten y toman el pelo culpando a los demás de su propia miseria. Y en segundo lugar ante los occidentales que sufren sus eternas quejas culturales sin pretenderlo.

Europa debe andar muy perdida para permitir, sin indignarse o sin carcajearse, que determinados sujetos le exijan pedir perdón cada vez que se comporta como lo que es, un continente solar de democracia, de ilustración y de progreso. No contentos con amordazar en los países que controlan o quieren controlar, no contentos con someter la libertad de millones de personas y arruinar países, se pasean por los medios de comunicación occidentales para decir qué tienen que decir y qué no. Y todo ello con cara de indignación.

La yihad de las viñetas pasó, y parece pasar la yihad antipapal. Pero resulta evidente que volveremos en un futuro próximo a vivir las iras de los islamistas de turno, que hablarán en nombre del islam que lanzarán las masas a las calles. El problema de fondo es que el islamismo más reaccionario y criminal sabe que en Europa se le permite todo. Pero ya es hora de que se les exija a ellos pedir perdón por cobijar, esconder o aleccionar al criminal. No lo pedirán, claro está, pero el deber de los europeos es ponerse frente a ellos y pedírselo.

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