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Fundación Heritage

Estupideces en la ONU

Por el momento, la amenaza de Venezuela es limitada; probablemente los miembros de la ONU se lo piensen dos veces antes de votar a favor de una Venezuela sentada en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Stephen Johnson

Había bastante azufre en el aire de la ONU el miércoles, pero no provenía de George W. Bush. Era el azufre de la retórica infernal del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Jefes de estado, incluyendo a presidentes norteamericanos, han usado en ocasiones la Asamblea General de la ONU para cargar contra otros gobiernos. Pero la diatriba de Chávez raya en la locura. Al final, pintó a Chávez como lo que él afirma que su homólogo estadounidense es: peligroso, imperialista y una amenaza para el mundo.

Sin tribunales independientes, un congreso o una oposición fuerte para contenerlo domésticamente, Chávez es libre de decir lo que quiera. Y a menudo lo hace, usando plataformas públicas como la Cumbre de las Américas de noviembre de 2005 para mandar las propuestas norteamericanas de libre comercio "al infierno" y describir al presidente mexicano Vicente Fox como el "perro faldero de Washington". Según se informa, una vez describió al Papa Juan Pablo II como "patata" usando un escabroso juego de palabras después de que el Pontífice se hubiera reunido con él.

Esta vez dijo que "el diablo está en casa. Ayer el diablo vino aquí. En este lugar huele a azufre", en referencia a la participación del presidente Bush en la Asamblea General. Chávez afirmó que "las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos pone en riesgo la supervivencia de la humanidad". También exhortó a que se hagan cambios en el órgano mundial para admitir nuevos estados miembros del mundo en desarrollo –como Venezuela– como miembros permanentes en el Consejo de Seguridad con poder de veto.

Chávez sugirió que su gobierno se convertiría en "la voz del Tercer Mundo" si su país fuese escogido para ocupar un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad. Los estados miembros elegirán en votación secreta el próximo mes entre Guatemala y Venezuela. Venezuela ya ha servido en el Consejo en varias oportunidades mientras que Guatemala, miembro fundador de la ONU, aún no ha sido elegido.

Hace sólo unas semanas, Chávez andaba circulando por el globo buscando votos en países en desarrollo como Bielorusia, Irán, Malasia y Siria. Al mismo tiempo, firmó contratos en Rusia por valor de 3.000 millones de dólares por dos docenas de avanzados bombarderos SU-30 y más de 50 helicópteros, además de la compra de 100.000 rifles de asalto Kalashnikov y la construcción de una fábrica de municiones en su territorio por los rusos. En China y Malasia prometió orientar las exportaciones de petróleo venezolano al sur asiático.

Tras la reunión de septiembre en La Habana del Movimiento de los Países No Alineados, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, visitó Venezuela para fomentar la creciente sociedad petrolera entre Teherán y Caracas. A cambio de ayudar a explotar las reservas de petróleo de Venezuela, puede que Ahmadineyad se espere una colaboración para fortalecer sus propios esfuerzos contra Estados Unidos, usando la alianza de Venezuela, Cuba y el floreciente estado satélite de Bolivia como plataformas para reunir datos de inteligencia y organizar tráfico de armas en las Américas.

Para los vecinos cercanos en el hemisferio occidental, la agenda de Chávez es regional. En una entrevista por Michael Shifter del Washington Post, el presidente electo peruano Alan García decía que "Chávez está usando sus millones de dólares tratando de extender su influencia en los países andinos, primero en Bolivia, clonando a un comandante en Perú [el rival presidencial Ollanta Humala] y luego Ecuador, para rodear a una Colombia, el país de América Latina donde Chávez ve más fuerte el imperialismo norteamericano".

Pero cuando habló en la Asamblea General de la ONU esta semana, el presidente Chávez dejó muy en claro que su objetivo es liderar una coalición global para enfrentar a Estados Unidos. Para lograrlo, debe construir un imperio propio. Con improvisadas alianzas petroleras, busca convertir una materia prima en una estratégica herramienta política. A través de la compra de armas, espera apuntalar su propia fortaleza y abastecer a los movimientos guerrilleros de sus vecinos. En los foros multilaterales, propone rehacer las instituciones para que sirvan a sus propósitos.

A largo plazo, es posible que Estados Unidos y otras democracias industrializadas reduzcan su dependencia del petróleo extranjero y que entonces los dictadores con petróleo no tengan dinero para comprar revoluciones. Por el momento, la amenaza de Venezuela es limitada; probablemente los miembros de la ONU se lo piensen dos veces antes de votar a favor de una Venezuela sentada en el Consejo de Seguridad de la ONU. Puede que a algunos no les guste la prosperidad de Estados Unidos y denuncien su influencia palpable en asuntos mundiales, pero eso no significa que quieran identificarse con un caprichoso líder que parece haberse convertido en todo lo que denuncia.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Stephen Johnson es analista político especialista en América Latina del Instituto Davis para Estudios Internacionales de la Fundación Heritage.

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