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José García Domínguez

Pobre Piqué

Tan pronto como en las elecciones de 1905, nuestros catalanistas de brasero y sacristía se negaron en redondo a aliarse con los conservadores españoles, frente a la izquierda revolucionaria.

Ya puestos, lo suyo hubiese sido una declaración jurada de Giorgio Armani, Hugo Boss, Clalvin Klein, Kenzo, Jean Paul Gautier, Ralph Lauren, Hermés y Patek Philippe, adjuntando copia de todas las facturas remitidas contra Duran Lleida desde que gasta despacho en Unió. Aunque, de momento, habremos de conformarnos con esa acta notarial rubricada por Artur Mas por la que se compromete a no pactar jamás de los jamases con el PPC. Tal es la buena nueva que acaba de anunciar el Dioni de la Franja a la feligresía soberanista. Y, para que quede clarito lo que hay, incluso ha añadido que "una vez haya firmado el notario el documento, se hará llegar a todos los hogares catalanes". A este paso, Piqué, que empezó buscando un socio, acabará buscándose un buen abogado.

De nada le habrán de servir, pues, ni la querella que estudia presentar contra Aznar por haberlo forzado, pistola en mano, a dirigir dos ministerios de aquel infausto gobierno que tantos errores cometió. Ni su anunciada peregrinación con un cirio a Montserrat, para confesar ante el Abad que incluso colaboró en la elaboración del programa electoral de ERC, en tiempos de Joan Hortalà. Ni siquiera la velada amenaza de encadenar al camarada Vendrell ante la puerta de la COPE; por ver de que en Madrit se enteren ya de que su mano derecha en el Ministerio de Industria no fue otro que Pau Guardans i Cambó, el hermanísimo de Ignasi Guardans i Lo Mismo.

Pobre Piqué. Qué sofoco me debe padecer a estas horas. Aunque, todo hay que decirlo, la culpa de su triste sino la tiene Mega Montse. Porque, ¿qué le hubiese costado a nuestra heroína cantarle a tiempo "Todo está en los libros", la sintonía de aquel programa de Sánchez Dragó que echaban por el UHF cuando éramos pequeños? Y, luego, recitarle las "Memòries" del abuelo Cambó. Así, habría conocido, por ejemplo, el porqué de aquel feo de don Francesc al mismísimo Alfonso XIII, en Barcelona: "Si no hubiera sido por aquella maniobra rápida, habría surgido, como resultado del viaje regio, un fuerte partido monárquico-maurista que hubiese debilitado a la Lliga y marcado un retroceso en el camino hacia la recatalanización (sic) de la burguesía catalana".

O por qué, tan pronto como en las elecciones de 1905, nuestros catalanistas de brasero y sacristía se negaron en redondo a aliarse con los conservadores españoles, frente a la izquierda revolucionaria: "Considerando que era preferible perder unas elecciones que dar a la Lliga una calificación netamente derechista que nos hubiera debilitado y desnaturalizado, Prat de la Riba y yo fuimos, desde el primer momento, los más decididos a rechazar la coalición". Por eso, "dimos todo tipo de argumentos, con tal de demostrar que el día que en Barcelona la lucha electoral se concretase en una batalla entre derechas e izquierdas, regalaríamos a éstas una bandera que les aseguraría una serie ininterrumpida de victorias". Qué peligro tiene esta Montse. Mira que ni siquiera explicarle que la famosa cláusula del Pacto del Tinell también la firmó CiU ante notario, en 1886, el mismo día que Valentí Almirall daba a la imprenta "Lo catalanisme". Pobre Piqué. Qué sofoco.

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