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Amando de Miguel

Cuestiones personales

Así que estoy rumiando la idea de darme de alta (o como se diga) en el PP. Creo que la situación política de España es tan grave que ya no son útiles los distanciamientos intelectuales que hasta ahora he mantenido por razones estéticas más que éticas.

Hernán Valladares Álvarez critica acerbamente una afirmación que yo hice sobre la marcha en una conversación con los periodistas. Vine a decir que "lo que nos diferencia a los hombres de los animales superiores no es tanto el cerebro como la mano, especialmente la mano que acaricia". Lo de acariciar venía a cuento de que lo significativamente humano no es tanto agarrar con la mano como utilizarla como un vehículo de cultura, de afecto, de comunicación. Mi afirmación le parece a don Hernán "de lo más descabalado que ha oído". Añade: "Es muy estúpido hablar de diferencia entre el hombre y los animales". A mí me parece lo contrario, que es una cretinez no fijarse en esas diferencias cuando se trata de definir el carácter humano o animal. Don Hernán me lee la cartilla: "La superioridad [del hombre] no se argumenta con silogismos pobres o desprecios hacia nuestros hermanos [los animales]". ¿Quién habla de despreciar? Yo solo distingo, comparo, que es la verdadera función del intelecto.

Recibo tantos varapalos que, por una vez, me satisface acompañar un emilio lisonjero. Es el de F. Pérez (historiador):

"Soy catalán, nacido en Barcelona, con familia de origen zamorano. Le sigo siempre que usted sale en antena. Un diez, don Amando. Siga usted con sus pensamientos y parlamentos, y ojalá que hubiese muchos como usted. Por cierto, recuerdo la sucia faena que le hicieron en la Universidad de Barcelona. Nada más, salud y mis respetos". Moll agrait.

Toni Ros (Vallvidrera, Barcelona) se complace al saber mi sorpresa e interés por un libertario de 77 años navegando resueltamente por la internet. Don Toni es algo más joven, ha cumplido 72 años y hace seis meses que es navegante internético, "bajando programas, música, etc. sin ánimo de delinquir y solamente para sorprenderme del nivel que he logrado como autodidacta". ¡Esos son mis libertarios!

José María Navia-Osorio ya está leyendo mi último libro Escritos contra corriente. Encuentra en ese texto muchas coincidencias con su forma de pensar, lo cual me halaga. Espero que a lo largo de ulteriores emilios podamos matizar los respectivos juicios. Por lo menos se prueba que los que braceamos contra la corriente no somos una minoría tan reducida como a veces creemos.

Don José María me manda al día siguiente una sentida crítica a mi libro. Me dice si no habría sido más correcto "Escritos contracorriente". No lo creo. Una cosa es el sustantivo "contracorriente" y otra la locución adverbial "contra corriente" (= en dirección contraria a la corriente principal). En todo caso se podría haber dicho "a contracorriente", pero me pareció más forzado.

Dejo aparte las loas que dedica don José María a mi libro, aunque me parecen sinceras y en su punto. Vamos con la crítica, verdaderamente atinada y, para mí, utilísima: "Me preocupa el aire pesimista de todo el libro […] Deja traslucir su malestar por la dificultad de llevar su mensaje al público y por las trabas que le van poniendo, que llegan casi a la persecución personal. Las trabas no vienen solo del PSOE sino también del PP […] Si usted se siente así, imagínese cómo estaremos los demás, que no tenemos su capacidad de convocar a multitud de lectores y admiradores, ni disponemos de su acceso a los medios de comunicación […] [Ahora viene lo bueno]. "Le hago un reproche. Me da la impresión de que no está usted afiliado al PP. Sin embargo,da la carapor sus principios [los del PP] continuamente […] A mí, esa actitud de observar desde la distancia al PP no me parece bien. No beneficia a nadie. Viene a ser algo así como dar a entender: 'habrá que votar a estos chicos que no valen para gran cosa, pero que entre los políticos son el mal menor' […] No está bien. La gente de valía, que tiene su prestigio propio y que no vive de la política, tiene que estar en el partido e intentar mejorarlo y sobre todo que se apropien de él los que no tienen otro medio de vida […] Por eso me molestan tanto actitudes como la suya, y perdone que sea tan crudo […] Esta gente [gente humilde y corriente que está afiliada al PP] está deseando compartir militancia con gente como usted. Y están deseando que personas con prestigio y principios les enseñen a distinguir entre una buena y una mala propuesta política. ¡Anímese don Amando!".

Pues ya me he animado. La crítica de don José María me ha llegado al alma. Creo que tiene toda la razón. Así que estoy rumiando la idea de darme de alta (o como se diga) en el PP. Creo que la situación política de España es tan grave que ya no son útiles los distanciamientos intelectuales que hasta ahora he mantenido por razones estéticas más que éticas. Esa posición quizá se justificaba también por la preeminencia de mi actividad científica, pero cada vez soy menos sociólogo y más un simple escritor. Así que descargo la responsabilidad de una pretendida ciencia libre de valores. Ahora es el capítulo de los valores lo que centralmente me interesa. Gracias, don José María; espero que usted me avale para solicitar mi ingreso en el PP. Es el momento de retratarse.

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