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Antonio José Chinchetru

El lado humano de Internet

Lo más importante de Internet no es la técnica que la hace posible, son los millones de seres humanos que se conectan a diario. Aquellos que cuelgan contenidos que otros leen, quienes acceden a lo que uno escribe o al vídeo que alguno sube.

El mes pasado participé en una iniciativa que me pareció muy emotiva, llamada 2,996: A Tribute to the Victims of 9/11. Autores de bitácoras de todo el mundo dedicaron una entrada a rendir homenaje una víctima concreta del 11-S. El azar la elegía por nosotros y a mí me tocó Maurita Tam, una joven neoyorquina de 22 años que trabajaba en el World Trade Center. Mi sorpresa vino cuando, al conectarme desde el hotel donde me alojaba en Jerusalén, recibí un correo electrónico desde Estados Unidos. Quien me lo enviaba era un antiguo compañero de clase de mi homenajeada, que se dirigía a mi para contarme cosas sobre ella y agradecer mi acción.

Ha sido uno de los correos electrónicos más emotivos que he recibido en mi vida. No pude evitar una lágrima y sentir al mismo tiempo un poco de alegría. Me di cuenta de que mi participación en el proyecto había sido importante para alguien. Sin duda alguna Matt, mi interlocutor, se había sentido acompañado en la distancia en la soledad que le causó la pérdida de su vieja amiga. Yo había ayudado a aquel joven norteamericano. El hecho de que llegara a la entrada que yo dediqué a Maurita en una de las bitácoras en las que escribo demuestra que necesitaba ese apoyo. Alguien que no habla español no entra en blogs en dicho idioma si no está buscando algo muy concreto.

Si el horror causado por los terribles atentados fue (o al menos debía haberlo sido) universal, el consuelo a quienes habían perdido a alguien en los mismos también puede tener la misma característica. Y esto último es posible gracias a Internet. Ha sido la Red lo que ha permitido que unos pocos miles de personas en todo el mundo, sin más nexo de unión que el rechazo al terrorismo islamista y nuestro apoyo a quienes lo sufren o lo han sufrido, hayamos mostrado nuestra solidaridad en una acción conjunta. También ha permitido que muchos seres humanos, no me cabe duda de que aquel Matt que me escribió desde Estados Unidos no es un caso único, hayan encontrado una muestra de solidaridad y el consuelo de que alguien ha escrito un mensaje en tributo de ese ser querido que fue asesinado ese fatídico 11 de septiembre.

Cuando de forma machacona nos están alertando desde distintos sectores sobre los "peligros" (tanto reales como imaginarios) de Internet –hay incluso quien ha culpado a la pornografíaonlinedel terrorismo islámico– y se nos informa de forma constante de distintos casos desagradables vinculados con la misma, está bien hablar de este otro aspecto. La iniciativa de la que participé se inscribe en la parte más humana de la Red. Lo más importante de Internet no es la técnica que la hace posible, son los millones de seres humanos que se conectan a diario. Aquellos que cuelgan contenidos que otros leen, quienes acceden a lo que uno escribe o al vídeo que alguno sube. Lo fundamental son las personas que se divierten, se informan, opinan o incluso te hacen sentir bien por saber que un pequeño gesto tuyo les ha ayudado en la distancia.

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