Menú
Juan Carlos Girauta

Qué horror, qué hastío

Siguen hipnotizados con el discurso mentiroso de la izquierda; no consiguen, no saben, no osan o no quieren salirse de él. Y siguen temiendo o despreciando a los que se baten el cobre y se lo juegan todo porque sólo saben decir las cosas claras.

Tal como se están poniendo las cosas, la principal preocupación de un periodista honrado va a ser no acabar como Anna Politskovskaya, recibiendo feedback en forma de proyectil a sus informaciones. El asesinato de Moscú es una de las cuatro piezas de la prensa del domingo que ponen los pelos de punta. La segunda y la tercera son los desconcertantes recuerdos de Pedro J. Ramírez –viejas llamadas de solidaridad a un Garzón que temía el matarile socialista y que debe haberse convertido en otra persona– y el adelanto de De la noche a la mañana, el último libro de nuestro editor, donde se narra la cena maldita que precedió en unas horas a la muerte de Antonio Herrero.

Decir un poco más que el resto de la profesión, enriquecer lo que uno produce con unas gotas adicionales de verdad, puede conducir al ostracismo, a la bala en el ascensor o junto al árbol, a insoportables presiones, a un estrés que acerca la Parca cuarenta años, en el mar. Qué profesión de valientes rodeados de cabrones. Los peores enemigos –quizá tras los colegas– son políticos fatuos que te toman por empleado suyo, que confunden el apoyo circunstancial a sus ideas con la reverencia eterna a sus personas.

Cogitaciones tristes que me lleva a otras. Sería de esperar que el PP ya hubiera comprendido a estas alturas que la gestión excelente de la economía no basta para ganar elecciones, al menos en España. Pero no. Siguen hipnotizados con el discurso mentiroso de la izquierda; no consiguen, no saben, no osan o no quieren salirse de él. Y siguen temiendo o despreciando a los que se baten el cobre y se lo juegan todo porque sólo saben decir las cosas claras.

La cuarta pieza: comunica la columnista y política sin carné Mega Montse, la estupenda, la Perla del Mediterráneo, que "forma parte también de la responsabilidad de los ciudadanos ayudar a esta opción [el PP] para [sic] normalizar el discurso, porque sólo de esta manera será posible que el discurso del resto de fuerzas no esté continuamente concentrado en recordar ciertas formas poco afortunadas de algunos de los dirigentes [del PP] que no están aquí [en Cataluña]." Deprimente y lamentable muestra de cómo un partido acorralado adquiere el síndrome de Estocolmo y se dirige alegre hacia la nada. Y encima viene recomendada por los mejores. Qué hastío.

En España

    0
    comentarios