Menú
EDITORIAL

Corrillo y abucheo, nueva tradición nacional

La razón de los abucheos es que, en el día en que celebramos la existencia y la historia de España, no puede ser bien recibido un presidente cuya acción de Gobierno se ha centrado en buena medida en destruirla.

El día 12 de octubre celebramos el mayor logro de nuestra historia común. Conmemoramos así el recuerdo de una de las mayores aventuras de la historia, la extensión de la civilización que lleva consigo la herencia griega, romana y judeocristiana a un nuevo continente; una aventura iniciada, y protagonizada después en buena medida, por españoles. Este día, por tanto, había sido siempre un punto de encuentro entre todos los integrantes de nuestra comunidad, llamada España, ciudadanos de una nación que vio la luz en su acepción moderna en Cádiz, pero que ya existía en 1492.

Hasta el año pasado se hubiera considerado inaudito que durante ese día se abucheara y pitara al presidente del Gobierno, o a cualquiera de las personalidades presentes en el desfile militar con el que se celebra tradicionalmente la Fiesta Nacional. Era un día, y un acto, para unir, y no para separar. Sin embargo, Zapatero lo consideró "normal", pese a que era la primera vez que sucedía. En ninguno de los muchos momentos difíciles y crispados por los que ha pasado la vida nacional durante los años de democracia había ocurrido nada igual. Y, sin embargo, no sólo sucedió sino que se ha repetido este año.

La razón es que, en el día en que celebramos la existencia y la historia de España, no puede ser bien recibido un presidente cuya acción de Gobierno se ha centrado en buena medida en destruirla. Si el año pasado la protesta se centraba en su apoyo al proyecto de Estatuto de Cataluña, ¿cómo no va a repetirse un año después, con el Estatuto que reconoce a Cataluña como nación aprobado y un proceso de rendición a ETA en marcha, en el que ha admitido como negociable la autodeterminación? Si bien los anteriores mandatarios tuvieron a amplios sectores de la sociedad en contra, ninguno de ellos lideró una marcha en pos de la liquidación de la nación española y, consecuentemente, ninguno fue abucheado el día en que la celebramos.

Zapatero, mientras tanto, vuelve a utilizar la fiesta de España para sus intereses particulares. Ya logró ser noticia hace tres años sentándose al paso de la bandera estadounidense y hoy lo ha vuelto a ser manteniéndose de pie, algo difícil de evitar cuando se está en una tribuna sin asientos. Pero, sobre todo, ha vuelto a ser noticia por emplear nuestro acto de celebración para cotillear en corrillo con los periodistas sobre futuras sustitutas de López Aguilar y sobre el anterior ministro de Defensa, que ha dejado en ridículo a todo el PSOE gracias, al parecer, a que Zapatero no advirtió a nadie de que "ya sabía" que no iba a aceptar la candidatura a la Alcaldía. Pero especialmente sangrante ha resultado que haya empleado la Fiesta Nacional para poner un nuevo clavo en su tumba, dando a conocer una nueva cesión frente al terrorismo secesionista vasco.

Seguramente las terminales mediáticas del socialismo se centren en el corrillo y procuren silenciar y disfrazar los abucheos con los conocidos calificativos de "extrema derecha" y otras sandeces similares. Intentan hacernos olvidar que lo único que ha cambiado de un tiempo a esta parte es la tribuna de autoridades, no el público asistente al desfile. Y que ese mismo público no pitó a Felipe González. Porque ni la ideología ni el partido tienen nada que ver en estos abucheos, aunque a algunos les sea imposible de concebir.

En España

    0
    comentarios