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Carlos Semprún Maura

Campamentos de verano

Declaró que ayer el capitalismo ya era el enemigo, pero era nacional e industrial y el estado podía controlarlo. Hoy es mucho más nefasto, porque es internacional y financiero y el estado-nación tiene más dificultades para meterlo en cintura.

Estos últimos años dos millones de franceses se han exiliado voluntariamente para trabajar en el extranjero: Reino Unido, Irlanda y otros países europeos, Estados Unidos y últimamente hasta China. Son "trabajadores de todas las clases", como ponía aquella otra constitución. Se marchan tanto camareros como científicos, empresarios como técnicos. ¿Por qué? Porque ganan más, pagan menos impuestos y, sobre todo, tienen más libertad para emprender, soñar y vivir. Este es un fenómeno nuevo. Francia era un país de inmigración, no de emigración.

De esto evidentemente no se habló anoche en ese descarado derroche de propaganda del PS, que ocupó el "paisaje mediático", tanto las televisiones estatales como privadas, sin que nadie haya protestado. ¿Cuándo van a regalar a la UMP, a la UDF, al FN o a "la izquierda de la izquierda" tantas horas de televisión? Porque la de ayer fue la primera y habrá tres. Anoche, el espectáculo duró dos horas largas y confieso no haber aguantado más de hora y media. Los tres candidatos, Royal, Strauss-Kahn y Fabius, estuvieron de pie como malos alumnos castigados o por sadismo inconsciente de los organizadores. Los comentarios "objetivos" de esta mañana coinciden en que los tres estuvieron bien (o muy bien), pero que ninguno despuntó realmente en el examen. Yo les pondría cero a los tres.

Estuvieron aburridos, mintiendo "didácticamente", prometiendo el oro y el moro y asegurándonos que si ganan lo harán peor que Jospin. Fabius, el que una vez quiso ser Besteiro, se ha puesto a imitar a Largo Caballero; Strauss-Kahn se parece más bien a Prieto, pero un Prieto chapado a la sueca; y Ségolène una Margarita Nelken con toques ecológicos y sanitarios. El único que se atrevió a arremeter furiosamente contra el capitalismo fue Fabius, muy en su papel caballerista. Declaró que ayer el capitalismo ya era el enemigo, pero era nacional e industrial y el estado podía controlarlo. Hoy es mucho más nefasto, porque es internacional y financiero y el estado-nación tiene más dificultades para meterlo en cintura. Tal como lo dijo podría parecer que son las bolsas las que producen los coches, los aviones, la energía, los servicios, las nuevas tecnologías y hasta las que cosechan el trigo y el arroz. Tal como lo dijo podría pensarse que las bolsas han surgido de la Nada metafísica, hace sólo treinta años.

Strauss-Kahn, el más didáctico de todos, intentó ningunear el programa socialista oficial fingiendo defenderlo, un numerito de equilibrista poco convincente. En cuanto a la Royal, como siempre, no dijo nada. Se lamentó por las injusticias sociales y se vanaglorió de haber convertido la región de Poitou-Charente que preside en un paraíso terrenal. Como los periodistas (sentados) se limitaron a recitar las preguntas redactadas por el PS, nadie les pidió que cifraran sus descabelladas promesas, porque resulta que ni la mitad de ellas podrían siquiera iniciarse sin un aumento faraónico de los impuestos, con el colapso de la economía como consecuencia inevitable.

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