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Emilio J. González

De la reordenación al salvemos lo que podamos

Lo peor, como país, sonlos problemas que vamos a tener a partir de ahora con nuestros socios europeos, y puede que, por derivada, con Estados Unidos, como consecuencia de una actitud del Gobierno.

Antes incluso de su triunfo electoral del 14 de marzo de 2004, los socialistas ya estaban hablando de proceder a una reordenación del sector energético español en cuanto llegasen al poder. El propio director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián, se refería a una nueva etapa de "consolidación" en esta rama de la industria. Pero lo que empezó como un intento dirigido por el Gobierno de modificar el mapa energético español, hoy se ha convertido en una especie de salvemos lo que podamos mientras estemos a tiempo.

Cuando los socialistas estaban hablando en la campaña electoral, y en los días que siguieron a la convocatoria a las urnas, de una reordenación del sector energético, a lo que se estaban refiriendo era a entregar Endesa a Gas Natural, como ya sabemos desde hace tiempo. Pero, al intentar forzar las cosas contra su propia naturaleza, el Ejecutivo abrió la caja de Pandora en el sector y aquellos polvos trajeron estos lodos. Ahora Solbes empieza a entonar el mea culpa, cuando él tenía muy poca, aunque no sabemos muy bien si en nombre del Gobierno o como advertencia ante lo que puede venir desde la Unión Europea si Zapatero y los suyos persisten en impedir, a cualquier precio, que E.On pueda desplegar su OPA sobre Endesa para dejar que sean los accionistas de la eléctrica española quienes opinen al respecto mediante su decisión de vender o no sus títulos a los alemanes.

Lo que Solbes propone, desmarcándose abiertamente de la línea seguida por Zapatero, al señalar que "el Gobierno debe legislar, no pensando en normas para favorecer una determinada operación", no es ni más ni menos que pedir al Ejecutivo que deje que las cosas sigan el curso emprendido como consecuencia de algo que nunca se debió de iniciar, otra cosa implícita en las palabras de Solbes, porque los males pueden ser todavía mayores a los que ya tienen que afrontar España y su sector energético.

Nuestro país se enfrenta a la posibilidad de sanciones por parte de la Unión Europea, pero ese es el menor de los males que pueden sobrevenirnos, a pesar de que el pago de dichas sanciones tenga que salir del bolsillo de todos los españoles. Lo peor, como país, son los problemas que vamos a tener a partir de ahora con nuestros socios europeos, y puede que, por derivada, con Estados Unidos, como consecuencia de una actitud del Gobierno en la que los elementos de racionalidad son cada vez más difíciles de percibir. El Ejecutivo empezó todo este lío impulsando y favoreciendo la OPA de Gas Natural sobre Endesa, que ha tenido consecuencias inesperadas e imprevistas para todo el sector, y ahora debería empezar a aceptar las cosas como son, el error que ha cometido, en lugar de seguir empecinado en sostenella y no enmendalla en lo que se refiere a E.On.

Hay que tener en cuenta, además, que esa reordenación de que hablaba el Gobierno en lo que está resultando, al final, es en que todo el sector energético español está en peligro y la búsqueda de caballeros blancos que les salven de las posibles OPAs que podrían avecinarse después del efecto llamada que supuso la fallida operación Gas Natural-Endesa. Así, vemos como Iberdrola y Unión Fenosa barajan la posibilidad de una fusión para evitar que un tercer se las trague, como FCC estudia entrar en el capital de Gas Natural para blindarlo y como en Repsol se suceden los movimientos –primero la entrada de Sacyr Vallehermoso en su capital y ahora la búsqueda de una petrolera extranjera que participe también– para impedir que alguna de las grandes petroleras internacionales se la coma sin esfuerzos... por no hablar de todos los movimientos accionariales que están teniendo lugar en Endesa, con Acciona como principal protagonista.

Desde el punto de vista del nacionalismo económico, todos estos movimientos pueden parecer muy sensatos, pero en realidad no lo son. Uno de los problemas que ha padecido tradicionalmente el sector energético español ha sido su interdependencia con el sector financiero, que ha limitado sus estrategias de negocio y su capacidad de modernización debido a que sus accionistas bancarios pensaron siempre más en términos de resultados financieros que de las necesidades de un sector vital para la economía española. Pero los bancos, al final, se fueron poco a poco y, con su salida, permitieron al sector energético desplegar todo su potencial y satisfacer con eficiencia la demanda creciente de energía de este país. Sin embargo, ahora que las energéticas estaban casi libres de esos lastres, puede aparecer uno nuevo con la entrada masiva de las constructoras en su capital. Que esto puede ayudar a que las compañías conserven la nacionalidad española, no cabe la menor duda. La cuestión es a qué precio y si, a fin de cuentas, esa "reordenación" era necesaria. Y como la respuesta es que no, ¿no es el momento de que el Gobierno reflexione sobre lo que acaba de decir Solbes?

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