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EDITORIAL

Tanto jaleo para esto

Resulta inevitable preguntarse si para este viaje hacían falta tantas alforjas. El segundón designado para sustituir a Bono ha resultado ser aún más insignificante de lo que nadie podía sospechar.

Resulta realmente edificante contemplar en acción la cacareada democracia interna del PSOE. Después de haber escuchado tantas críticas a las designaciones "a dedo" realizadas por Aznar durante su mandato, vemos cómo los mismos que habían protestado por el baile de candidatos y la imposición por parte de Zapatero del cabeza de lista aprueban la elección por unanimidad soviética. Si no fuera porque después de alabar Ciempozuelos como ejemplo de "urbanismo decente" aún permanece en el cargo, habría que preguntar a Simancas qué hace aún al frente de los socialistas madrileños.

El finalmente elegido, Miguel Sebastián, es un autoproclamado liberal que, sin embargo, ha intentado emplear su influencia con Zapatero para defenestrar del cargo al presidente del banco privado BBVA, Francisco González, en venganza por haberlo despedido. Hasta ahora, su principal logro político ha sido colocar a hombres de su confianza para estorbar la labor de Pedro Solbes. Estos son los galones que adornan al candidato socialista a la Alcaldía de la capital de España. Resulta inevitable preguntarse si para este viaje hacían falta tantas alforjas. El segundón designado para sustituir a Bono ha resultado ser aún más insignificante de lo que nadie podía sospechar.

Cabe preguntarse por qué el economista ha aceptado el papel. Es poco probable que piense en la posibilidad de ganar, aunque ser un perfecto desconocido puede incluso jugar a su favor a la hora de recoger el descontento de votantes del PP hastiados del actual alcalde. A nadie le gusta, por otra parte, ser segundo plato. Quién sabe si esto no ha sido sino un apaño de Zapatero para aparentar que cumplía su promesa de sustituir a Trinidad Jiménez con un candidato "de peso" colocando a una persona que se apresta al sacrificio bajo la promesa de una sabrosa contrapartida futura. Y pocas dudas puede haber sobre qué premio ansiaría tanto el hasta ahora director de la Oficina Económica del presidente del Gobierno.

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