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Amando de Miguel

Étimos curiosos

Por fin se resuelve el enigma de ese extraño nombre de "judías" que en muchas partes de España se dan a las habichuelas o alubias.

Cándido Alvarado M (San Pedro Sula, Honduras) me pregunta por la diferencia etimológica entre miopía y endoscopia. Alguna relación tienen esas dos palabras, pero sus orígenes son distintos. Miopía quiere decir en griego algo así como "ojos cerrados", por el gesto de entornar los ojos cuando no se ve bien de lejos. Endoscopia es también una voz griega que significa "mirar por dentro". El elemento común de las dos es la raíz op (= ojos). De ahí, Óptica.

Antonio Juárez (Guatemala) anda intrigado con el origen de la palabra "equivocado". Muy sencillo. Literalmente significa "que se llama de la misma forma". Esto es, el razonamiento en cuestión puede parecernos equivocado cuando aparentemente dice una cosa pero significa otra. Aunque también es verdad que los equívocos son la gracia del idioma, la base de la ironía o simplemente de la simpatía. Recuérdese que muchas palabras tienen significados distintos. Esa polisemia suele ser una bendición.

José Luis Mauleón Álvarez de Linera (Madrid) comenta la etimología de pacharán (= arándano o endrino silvestre en vascuence) que aquí se citaba. Dice don José Luis que no hay que confundir el endrino o arañón (un tanto híspido), que sirve para hacer pacharán, con el arándano o anabia, que es una fruta exquisita.

Juan Goti Ordeñana (Oviedo) me corrige la etimología de Ochánduri que aquí comentaba un corresponsal. Otz (= frío), handi (= grande), uri (= población). Don Juan sostiene que uri no es "población", sino "agua" o "río". Luego Ochánduri sería algo así como "Aguas caudalosas y frías". Es una hermosa villa junto al río Banuelos, en tierras de Haro (La Rioja). Otro río cercano es el Oja. En ese territorio antaño se habló vascuence o quizá alguna otra lengua ibérica emparentada. En esas mismas tierras dio sus primeros vagidos el castellano. Añado que, en distintos idiomas, la raíz ur se asocia tanto al agua como a la ciudad. No es casual esa doble significación, pues las ciudades todas se han fundado al lado de ríos, lagos o mares.

José María Navia-Osorio me envía sus divertidos comentarios. Al parecer, a Pepiño Blanco merece esta definición popular: "Es como si fuera montado en una bicicleta sin sillín". Respecto a mi interpretación de "murciano" como derivado de "murciar" (= robar), sin relación alguna con Murcia, don José María echa su cuarto a espadas. "Hace unos meses oí a un alcalde valenciano, inteligente (era del PP), decir que a los asaltantes nocturnos de casas se les llamaba en Valencia murcigleros. Él lo creía derivado de murciélago porque actuaban de noche. Un día lo comenté en casa y mi mujer me hizo notar que la palabra mugger, que se usa en inglés para definir a los cacos, podría ser el origen de murciélago. Después de leer lo de los murcianos [en mi texto], pienso que puede ser la palabra española la que dio origen a la palabra inglesa". Añado que murciélago viene de mus-muris, ratón en latín. Es evidente que un ratón alado y que actúa de noche es una imagen apropiada para un caco. Que yo sepa, mugger en inglés no tiene nada que ver con el latín. Mug es cara, rostro, visajes y también cachiporra para asaltar al viandante. Mugger equivale a caco, a carterista. El nombre geográfico de Murcia tampoco tiene nada que ver con murciélago ni con ladrón. Murcia se deriva de la antigua Murgis o Muxacra.

Por fin se resuelve el enigma de ese extraño nombre de "judías" que en muchas partes de España se dan a las habichuelas o alubias. La resolución la envía Luis Argüello. Razona así: "Nuestros bisabuelos, los romanos o árabes, no conocían las que hoy llamamos judías, sino las habas o habichuelas, y eran estas las que los romanos llamaban fabas y los segundos alubias […] Cuando, siglos después, los españoles se encontraron en América unas leguminosas nuevas […] las vieron parecidas a sus conocidas habas, pero también, con perdón, al prepucio circuncidado de los judíos… y dieron en llamarlas habas judías por habas circundadas. De ahí a judías no había más que un paso". Interesante.

Agustín Fuentes comenta el doble sentido de la voz deleznable, que es tanto "lo que se disgrega o se rompe fácilmente" como "lo despreciable o de poco valor". En su opinión el enlace entre esos dos significados sería el vocablo lezna (aguja gruesa que se utiliza para empujar un hilo grueso y así coser o rematar dos piezas). Así pues, "si algo se podía deshacer es porque estaba mal cosido, mal leznado, era deleznable, de mala calidad". Resulta ingenioso el parentesco que encuentra don Agustín, pero creo que las cosas son un poco más complicadas. Entiendo que deleznable proviene de lenis (= suave). El primer sentido de deleznable fue "lo que se desliza y resbala fácilmente". Pronto se añadió lo de "poco duradero". Todo eso fue mucho antes de la época del Quijote. Con el tiempo, al asociar el carácter íntegro y firme con lo moralmente deseable, su opuesto ─lo "deleznable"─ pasó a ser lo despreciable, también en términos morales. En cambio, la palabra lezna es de origen alemán. En el siglo XVIII se decía alesna.

Don Agustín razona igualmente que los dos sentidos deálgido(= lo extremoso y lo helado) tienen alguna concomitancia. "Antes, cuando nos encontrábamos ante algo que nos sorprendía mucho, ante una situación que nos llevaba al límite, nos quedábamos helados, como inmóviles, sin sangre en las venas". Pero ahora, por influencia del inglés, se asocia "lo intenso con lo caliente" (hot). De ahí que, paradójicamente,álgidoha pasado de ser lo frío a lo caliente. También me parece ingenioso, pero el parentesco de los dos significados tan contradictorios discurre por otro lado. A mi parecer,álgidoes un término que procede de la jerga médica. El periodo crítico de una enfermedad se caracterizaba a veces por un enfriamiento repentino del cuerpo. Así pues, lo muy frío era también la crisis, en el sentido del ápice de una curva. Ese doble sentido se ha trasladado después al lenguaje corriente. La máxima intensidad de un proceso se asocia ahora a la máxima fricción y por tanto a la temperatura más alta, todo en términos simbólicos.

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