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Bruce Bartlett

Autopsia electoral

Entre los demócratas hay un duro debate sobre si la victoria fue debida a que muchos de los recién elegidos congresistas y senadores demócratas son considerablemente más conservadores que la mayoría de los actuales demócratas en el Congreso.

Los demócratas y los republicanos siguen ocupados en averiguar las razones de lo sucedido en las elecciones de mitad de mandato, realizadas el 7 de noviembre. Los demócratas quieren entender bien lo que pasó para repetirlo en las presidenciales del 2008 y los republicanos necesitan saber por qué perdieron, para planear su estrategia futura.

Los resultados de esa autopsia política son muy importantes en el diseño de toda estrategia futura. Entre los demócratas hay un duro debate sobre si la victoria fue debida a que muchos de los recién elegidos congresistas y senadores demócratas son considerablemente más conservadores que la mayoría de los actuales demócratas en el Congreso. Los nuevos están a favor de la posesión legal de armas de fuego, los derechos de propiedad y los presupuestos equilibrados, al mismo tiempo que están en contra del aborto y no hubieran resultado elegidos si compartieran las ideas izquierdistas en tales asuntos.

Muchos le dan el crédito de la victoria al congresista Rahm Emanuel de Chicago, que dirigió la planificación electoral, reclutando a candidatos fuertes en distritos tradicionalmente controlados por los republicanos y que fue a menudo criticado por el ala izquierda de su partido, acusado de desperdiciar recursos.

En realidad, la estrategia de Emanuel fue la misma del republicano Newt Gingrich en los años 80, que se dio cuenta que la principal barrera al control republicano del Congreso eran los demócratas conservadores del sur, a quienes su partido no habían retado seriamente desde hacía varias décadas. Tras designar candidatos republicanos fuertes, la mayoría de estos se cambiaron al Partido Republicano o se retiraron de la política. Esa fue la clave de la victoria republicana en 1994.

Emanuel y su gente argumentan que no se pueden ignorar las condiciones políticas. Si en ciertos distritos determinados solamente puede ser elegido un conservador, entonces hay que encontrar al candidato demócrata apropiado. Si resulta elegido, probablemente no seguirá siempre la línea partidista, pero al menos apoyará al partido con su voto crucial, en la primera sesión del nuevo Congreso, determinando el control. Se pueden requerir demócratas conservadores para lograr los nombramientos de líderes en Congreso como los izquierdistas Nancy Pelosi de San Francisco y Henry Waxman de Los Angeles.

La otra cara de este razonamiento es que hubo una resaca nacional contra las políticas conservadoras, especialmente con respecto a Irak y mucho apoyo a políticas de izquierda, como el aumento del salario mínimo. No sé de ningún demócrata recién elegido que no se oponga al modo en que se está llevando la guerra en Irak, aunque no apoyen una retirada inmediata de las tropas. Tampoco sé de ningún demócrata que vaya a votar en contra del aumento del salario mínimo.

En conclusión, aun los demócratas más conservadores recientemente elegidos forman parte de la corriente predominante de opinión hoy en día. Del lado republicano están aturdidos por la derrota y no tienen la menor idea de por qué perdieron. Una de las razones es que fueron sorprendidos por la magnitud de esa derrota, a pesar de que había sido anunciada desde hace meses.

La razón de ello es que los conservadores han desarrollado medios alternativos de información y pueden enterarse de todas las noticias sin oír críticas. Durante mucho tiempo, Rush Limbaugh, Fox News y los sitios conservadores en Internet insistían no sólo que los republicanos deberían ganar sino que ganarían. Una y otra vez escuchamos que las encuestas secretas de Karl Rove indicaban una victoria segura para los republicanos y Fred Barnes en Fox News nos repetía que las demás encuestas estaban equivocadas.

La realidad es que las encuestas sí anunciaban lo que pasaría y que en la Casa Blanca estaban en otro mundo, mientras los comentaristas conservadores de la radio y de los blogs repetían que la economía estaba mejor que nunca y que la guerra en Irak se estaba ganando.

Lo único que yo sé de los deportes y de la política es que para ganar hay que ser realista. Vivir en las nubes garantiza la derrota. Si los conservadores se hubieran dado cuenta de la realidad antes, los resultados hubieran podido ser diferentes. Sus amigos conservadores en los medios de comunicación no les hicieron ningún favor, fomentándoles más bien un falso optimismo.

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