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EDITORIAL

Gritar no al proceso de rendición

Los obispos, justo un día antes de la manifestación de las víctimas, han recordado que no se puede colaborar con los terroristas ni con quienes lo apoyan, esos "hombres de paz", según el lenguaje pervertido del presidente del Gobierno.

Poco hay más necesario en España que construir un país en que las víctimas del terrorismo no tengan que salir a la calle para protestar por los tratos entre su Gobierno y sus verdugos. Lejos queda aquel 22 de enero de 2005 y aquella primera manifestación, convocada precisamente ante el riesgo de que De Juana Chaos saliera de prisión, el mismo De Juana Chaos al que Zapatero califica ahora de hombre de paz. Entonces las víctimas aún pensaban que, además del apoyo de la ciudadanía, contaban al menos a su lado con los dos grandes partidos no nacionalistas. Peces Barba demostró ese día con su ausencia su carácter de comisario político. El Gobierno casi al completo demostró su totalitarismo con las detenciones ilegales por una agresión que jamás existió a un ministro demasiado pagado de sí mismo como para aceptar ser abucheado.

"Memoria, dignidad y justicia" fue el lema aquel día y ha sido el leit motiv de las distintas convocatorias que ha realizado desde entonces la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Y ha sido precisamente en los últimos meses en los que estas sencillas reivindicaciones han sido más atacadas desde el Gobierno y el PSOE a cuenta de un proceso al que llaman de paz, y que consiste en otorgar a los terroristas, todo lo lentamente que les permite esa cuerda que se estira pero no acaba de romperse, las reivindicaciones por las que asesinaron a quienes no podrán manifestarse hoy, a las cinco de la tarde, en la calle Velázquez de Madrid. Un proceso que, llamado de paz, no es más que la rendición del Estado de Derecho frente a una banda terrorista.

Los obispos, justo un día antes de la manifestación de las víctimas, han recordado que no se puede colaborar con los terroristas ni con quienes lo apoyan, esos "hombres de paz", según el lenguaje pervertido del presidente del Gobierno. La justicia, han afirmado, "quedaría herida si los terroristas lograran total o parcialmente sus objetivos por medio de concesiones políticas que legitimaran falsamente el ejercicio del terror". Y precisamente esta manifestación se ha convocado por el ataque que a la justicia supone el proyecto de reforma del Código Penal, que permitiría poner en la calle a buena parte de una banda terrorista que, vistos los réditos, está más lejos que nunca de recapacitar y arrepentirse de sus crímenes.

Las víctimas empezaron a manifestarse hace casi dos años para evitar que una alimaña como De Juana Chaos, un individuo repugnante que celebraba los asesinatos desde la cárcel, pudiera salir de ella habiendo cumplido unos pocos meses por cada crimen. Hoy lo hacen no sólo porque el Gobierno prepara una reforma que permitiría que muchos como él salieran de la cárcel prematuramente, sino también porque ordenan a la Fiscalía que lo trate bien  y lo alaban por ser favorable al proceso de rendición. Que es la misma razón por la que insultan a las víctimas del terrorismo; porque se oponen a los dictados del Gobierno y se niegan a continuar sacando sus muertos por la puerta de atrás.

Aunque sólo fuera por los insultos de Peces Barba, Hernando y otros seres de similar talla moral, habría que estar con las víctimas. Como en todas las manifestaciones que han organizado estos dos últimos años. Como en las que, con toda seguridad, tendrán que convocar durante el resto de la legislatura.

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