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Manuel Ayau

¿Transparencia?

En las empresas privadas también hay corrupción, pero es mínima en comparación porque los deshonestos son implacablemente castigados con el despido, el ostracismo económico y el fracaso de sus negocios.

Alguien dijo que si tan grande es el afán de quedar bien con la "opinión internacional" de izquierda que quiere acabar con las fuerzas armadas, cambiémosle el nombre: al Ejército lo podemos llamar Guardia Nacional, como hizo Costa Rica cuando "eliminó" su ejército y a la Fuerzas Navales las podemos más bien llamar "Guardacostas".

Costa Rica, según las estadísticas de gastos y de población que publica la Agencia Central de Información (CIA), tiene un gasto militar por habitante de casi el doble que Guatemala. Las cifras son las siguientes: Guatemala 23,13 dólares por habitante y Costa Rica 44,83. Sin embargo, el flamante presidente costarricense Oscar Arias, quien ostenta el galardón de Nobel de la Paz (desprestigiado por la lista de personas que lo han recibido), viene a pontificar a Guatemala sobre la reducción del ejercito. ¿Transparencia?

Un profesor norteamericano le preguntó a otro profesor de antropología que asignaba a sus alumnos el libro de Rigoberta Menchú, si estaba enterado del libro publicado por el antropólogo David Stoll que desenmascara las mentiras que Rigoberta Menchú publicó en su libro sobre su vida (creo que ella no lo niega pero sí lo excusa). El profesor que asignaba el libro a sus estudiantes contestó que estaba enterado, pero que no le importaban las falsedades porque "debería ser verdad". ¿Y qué del engaño a sus alumnos? ¿Transparencia?

Abundan los cónclaves de izquierdistas que pontifican sobre transparencia y ética. A pesar de la universal tragedia y universal fracaso del socialismo y del comunismo, siguen gastando, con cara dura, dineros de los pobres para engañarlos y crear odios. Tienen el apoyo internacional de entidades creadas, culturizadas y financiadas por los gobiernos cuando el comunismo y el socialismo reinaban, a pesar de que, según el historiador R. J. Rummel, durante varias décadas causaron la muerte de 170 millones de personas (unas 40 veces más que Hitler y ocurrió a lo largo de más de medio siglo). Sin embargo, todavía hay partidos políticos que se atreven a utilizar el nombre socialista porque esa falsa ilusión perdura. Estos socialistas no cesan en la venganza contra los ejércitos que los derrotaron en cumplimiento de su deber. En cambio, a los guerrilleros socialistas terroristas se les da amnistía y pomposos cargos en los actuales gobiernos. ¿Transparencia?

Si bien siempre habrá gente deshonesta y corrupta (véase los escándalos en la ONU con el caso del programa Petróleo por Alimentos), la corrupción generalizada que se lamenta en todo el mundo hoy día es herencia directa del socialismo porque ha inducido a los países a adoptar políticas de intervención, de reglamentación de los actos pacíficos de los ciudadanos y del abandono de los derechos individuales, sustituyéndolos con los llamados "derechos sociales".

En las empresas privadas también hay corrupción, pero es mínima en comparación porque los deshonestos son implacablemente castigados con el despido, el ostracismo económico y el fracaso de sus negocios. Los regímenes socialistas tradicionalmente son los más corruptos; con sus políticas de reglamentación propician e incentivan la corrupción porque la gente actúa por permiso del poder burocrático, sustituyendo los controles impersonales del mercado con controles reglamentarios de miles de burócratas investidos de autoridad discrecional que afecta a patrimonios privados. La intervención burocrática en la economía privada crea la oportunidad de corromper y la impunidad se la brinda el compadrazgo y la complicidad aportada por supuestas leyes contra la corrupción. Eliminemos la intervención gubernamental y la mayor parte de la corrupción desaparecerá. ¿Transparencia?

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