Menú
Fundación Heritage

¿El veneno de Putin?

Putin está siendo bastante atrevido estos días; quizá no le importe lo que el mundo piense de esa brutalidad. Inundado de petróleo y gas, jugando un papel crucial en el destino nuclear de Irán, no se puede afirmar que la influencia rusa esté en declive.

Peter Brookes

La muerte del ex espía ruso, Alexander Litvinenko, la semana pasada debido al envenenamiento con Polonio-210 radioactivo es la penúltima de una serie de ataques políticamente motivados contra los opositores más conocidos del presidente ruso Vladimir Putin.

Nadie ha sido capaz de involucrar oficialmente al Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) –el sucesor doméstico del viejo KGB soviético– en los asaltos. Pero la vieja escuela del KGB y algunos veteranos de la CIA están señalando en dirección al Kremlin y sus partidarios, los siloviki (los poderosos).

Y se puede ver por qué. Para empezar, los "trabajos mojados" (o sea los asesinatos políticamente motivados llevados a cabo por los servicios de seguridad) tienen su origen a principios del siglo XX con el servicio secreto soviético, el NKVD. (El eufemismo deriva de la noción que uno se moja las manos con la sangre de la víctima.)

Y hay muchas pruebas circunstanciales que vinculan a la rusa spetzsluzhba (agencia de servicios especiales) en los "golpes" políticos usando veneno:

Ø      En 2003, Yuri Shchekochkin, periodista y crítico del Kremlin, murió debido a una "reacción alérgica" que probablemente fue un envenenamiento deliberado.

Ø      La periodista Anna Politkovskaya, crítica con Putin y la guerra en Chechenia, se puso misteriosamente enferma en un vuelo cuando iba de camino a negociar la liberación de los niños de un colegio en Beslan retenidos por terroristas chechenos en 2004. (Finalmente la tirotearon en Moscú en el mes de octubre).

Ø      También en 2004, el candidato presidencial ucraniano pro occidental, Viktor Yushenko, que se enfrentaba al candidato del Kremlin, Viktor Yanukovich, fue envenenado con unas dioxinas sospechosas, haciendo que enfermara y dejando su cara gravemente desfigurada.

Y ahora Litvinenko –veterano de la KGB/FSB cuyas investigaciones de corrupción en Rusia hizo que, según cuentan, se ganara muchos enemigos entre sus camaradas, los siloviki y la mafia rusa– ha sufrido una muerte dolorosa por ingerir un isotopo radioactivo altamente tóxico.

Probablemente Litvinenko era un hombre marcado. Cuando la FSB lo echó del trabajo por órdenes de Putin, huyó pidiendo asilo en Londres, el "Moscú sobre el Támesis", convirtiéndose en un fiero crítico de Putin y la FSB. Recientemente estaba investigando el asesinato de Politkovskaya.

La prensa rusa (gran parte controlada por el Kremlin) se enfadó ante la sugerencia de que Putin estuviese implicado en la muerte de Litvinenko. El Kremlin ha rechazado esos rumores como "puros disparates".

Ciertamente Putin está siendo bastante atrevido estos días; quizá no le importe lo que el mundo piense de esa brutalidad. Inundado de petróleo y gas, jugando un papel crucial en el destino nuclear de Irán, no se puede afirmar que la influencia rusa esté en declive.

Pero ni el Kremlin ni los servicios de inteligencia rusos sacan mucho beneficio de semejante asesinato, arriesgado y muy visible. En realidad, los potenciales perjuicios a nivel diplomático al ser acusados por el asesinato podrían ser significativos.

Aunque asesinar a Litvinenko podría desanimar a que otros críticos de Putin exiliados digan lo que piensan, si el Kremlin estuviera involucrado en asesinar a un opositor del régimen (¡y por si fuera poco ciudadano británico!) en Londres, ciertamente empañaría las relaciones ruso-británicas. A Washington (ya insatisfecho con los esfuerzos de des-democratización de Putin y de su torpe política energética) también se le haría muy cuesta arriba seguir ignorando las maquinaciones asesinas de Moscú.

Y no hay forma de saber cómo reaccionaría la Unión Europea ante la implicación gubernamental rusa. El actual Acuerdo de Asociación y Cooperación Rusia-UE está ya en peligro, fracasando en su intento de llevarlo a votación la semana pasada en Bruselas.

Y hay otra posible explicación obvia. Cuando el ex presidente ruso Boris Yeltsin disolvió el KGB, muchos de los operativniki (espías) desempleados se unieron al tristemente célebre mundo del crimen organizado en Rusia. Quizá los mafiosi rusos no apreciaban mucho que Litvinenko se metiese en sus negocios y decidieron hacer algo al respecto. O quizá lo "remataron" después que la spetzsluzhba o los siloviki pusieran precio a su cabeza como ajuste de cuentas.

Pero eso no responde aún a la pregunta de por qué los mafiosi usarían el Polonio-210, tan peligroso de manipular, en vez de usar una simple bala. Eso vuelve a apuntar hacia los servicios de seguridad rusos, conocidos por estar bien entrenados en el funesto arte de los venenos. De modo que, aunque parece bastante plausible que espías rusos matasen a Litvinenko, también hay otros supuestos. No obstante, si fue el Kremlin quien ordenó el asesinato de Litvinenko, eso arrojaría una sobrecogedora nueva luz sobre la nueva Rusia.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Peter Brookes es miembro de la Fundación Heritage, ex oficial de la CIA y de los servicios militares de inteligencia de Estados Unidos con amplia experiencia en la ex Unión Soviética.

En Internacional

    0
    comentarios