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EDITORIAL

Sin duda, el PSOE está en el poder

Este primer viernes de diciembre ha sido especialmente prolijo en información concerniente a este nuevo clima de la era Zapatero, un ambiente que recuerda mucho a los mejores momentos del felipismo.

Uno de los mayores reproches que cabe hacerle a Aznar durante los ocho años que estuvo en el poder fue el haber incumplido sus promesas de regeneración democrática. Se limitó, y no fue poco visto lo que fue el felipismo, a eliminar de la administración central la corrupción, que pasó de ser una de las mayores preocupaciones de los españoles a ocupar uno de los últimos escalafones en las encuestas. Sin embargo, el PP renunció tanto a limpiar las cloacas del Estado como a tirar de la manta y dejar al descubierto las miserias del PSOE, una actitud que alcanzó su punto álgido con la negativa a desclasificar los papeles del CESID relativos al terrorismo de estado del GAL.

Aznar consideró que con cuidarse de que su Gobierno fuera honrado era suficiente, y no tuvo en cuenta la necesidad de poner en marcha los necesarios cambios en las instituciones que dificultaran que aquello volviera a pasar. De modo que no es de extrañar que nos encontremos ahora, tras dos años y medio desde que Zapatero accediera al poder, con policías condenados por detener ilegalmente a dos militantes del partido (único) de la oposición, con los mandos de la Policía Científica imputados por falsificar informes sobre el 11-M o con otros policías imputados por obstruir la labor de la Justicia en la investigación de la corrupción socialista de Ciempozuelos.

Este primer viernes de diciembre ha sido especialmente prolijo en información concerniente a este nuevo clima de la era Zapatero, un ambiente que recuerda mucho a los mejores momentos del felipismo, cuando parecía que se robaba a todos los niveles del Estado, desde los ayuntamientos hasta el Banco de España, cuando se espiaba desde el Rey hasta los compañeros desafectos del partido, cuando se asesinaba por orden del Gobierno. Hemos sabido que desde la comisaría dirigida por Miguel Ángel Santano pudieron filtrarse informes a los abogados del PSOE, un uso partidista de las instituciones que no por habitual debería dejar de escandalizar a la opinión pública. Y también han tenido lugar más detenciones de una red policial de tráfico de explosivos que, mire usted por dónde, trataba con Goma-2 ECO, la dinamita que apareció en la mochila de Vallecas, y en la que están implicados agentes que estuvieron destinados en la misma comisaría donde milagrosamente se descubrió esa bolsa que nunca estuvo en los trenes.

Que el PSOE de 2006 es el mismo o peor que el de hace diez años podría demostrarse sólo con la presencia de Rubalcaba como ministro de Interior. Pero si los voceros del Partido fuera los sinceros socialdemócratas que aseguran ser no deberían dejar de preguntarse cómo es posible que el clima moral en las instituciones del Estado se degrade siempre tanto y a tanta velocidad cuando los suyos llegan al poder. La izquierda española no parece haber hecho la transición a la democracia y, como la de Azaña, considera que el poder le pertenece por derecho propio y que todo Gobierno de derechas es una usurpación dictatorial. Con ese clima mental, no es extraño que todo abuso se considere legítimo; la ideología es la dispensa moral más poderosa que ha creado el hombre. Tienen permiso para todo. Son los buenos. Y precisamente por eso la corrupción y la destrucción de las instituciones florece con los gobiernos del PSOE.

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