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EDITORIAL

La paz, por caridad

Contrariamente a lo dicho por Blanco, José Antonio Pastor sabe perfectamente de lo que habla cuando dice que el Gobierno ha intentado por activa y por pasiva reunirse con ETA, y que sigue a la espera

La difusión de un nuevo ultimátum de ETA no deja ninguna conclusión distinta de lo ya sabido sobre el llamado "proceso de paz": que es mentira, que el Gobierno no lo controla y que hay compromisos que no sabe cómo cumplir. La banda terrorista vuelve a recordar a su compañero de aventura los pagos pendientes, y que los intereses por morosidad son cada vez mayores. Ha puesto imposibles incluso las condiciones para sentarse: impulsar la mesa extraparlamentaria; poner fin a las detenciones de terroristas, legalizar a Batasuna-ETA y aplicar medidas favorables a los presos. Todo es más caro, y el tiempo disponible se acorta. Ninguna novedad, por lo tanto, en la lógica del chantaje, inherente a la práctica terrorista de toda la vida.
 
José Luis Rodríguez Zapatero aceptó embarcarse con vulgares matones y no tuvo la prudencia de comprobar que estaban desarmados, ni el valor de desarmarlos. Ahora van juntos en la misma nave, de la que el presidente no puede bajarse aunque quisiera. De ahí, la penosa insistencia en hacer como que no se entera del chantaje terrorista y en seguir adelante, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. ETA patrocina su entera carrera política, posee en exclusiva los derechos de su contrato fáustico con el poder.
 
La ensoberbecida respuesta del ministro del Interior –"Hoy toca hablar de tráfico", dijo este sábado, al ser preguntado por el último comunicado etarra–  no es más que el reverso de la actitud suplicante con los terroristas revelada por José Antonio Pastor, cuando, casi al mismo tiempo que Pérez Rubalcaba mandaba callar a los periodistas, el portavoz parlamentario del PSE dijo en un programa de radio que el Gobierno pidió en agosto una reunión a ETA y que los asesinos ni siquiera se dignaron contestar. El desmentido de José Blanco, rápido y despreciativo, no ha hecho sino confirmar que la posición del Gobierno y del PSOE es cada día más desesperada. "Hay gente que no sabe de lo que habla", dijo de su correligionario vasco el número dos del PSOE. Pero, ¿no había delegado Zapatero en el PSE los contactos capilares y sensibles con los terroristas? ¿No ha sido el presidente del PSE, acaso, el interlocutor socialista que ha tratado con más familiaridad con ETA, incluso cuando oficialmente se negaba todo contacto y Zapatero estaba dejando su firma en el Pacto Antiterrorista con el PP? 
 
Contrariamente a lo dicho por Blanco, José Antonio Pastor sabe perfectamente de lo que habla cuando dice que el Gobierno ha intentado por activa y por pasiva reunirse con ETA, y que sigue a la espera. Con la ansiedad propia de un mal deudor acosado por un pago inaplazable, añadimos nosotros. Su versión encaja, como el guante a una mano, con el redoblado ultimátum terrorista conocido este fin de semana. ETA lo quiere todo, y lo quiere antes de sentarse con el Gobierno. Lo nuevo y terrible es que el Gobierno ya no disimula su mendicante ansiedad de entregárselo a cambio de un poco más de tiempo en el poder.

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