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Fundación Heritage

Irak: entre la espada y la pared

Irak no se convertirá en el paraíso terrenal de la noche a la mañana. No hay solución mágica a los problemas de Irak y las cosas seguirán feas por un buen tiempo, incluso si los líderes en Irak tomaran las decisiones correctas.

James Jay Carafano

Después de leer el informe publicado por el Grupo de Estudio sobre Irak (Iraq Study Group, ISG por sus siglas en inglés) escoger un título para escribir una crítica sobre la evaluación bipartita independiente encargada por el Congreso fue pan comido. Yo lo llamo "lo bueno, lo malo y lo feo".

El informe tiene muchas sugerencias sólidas. Tiene algunas recomendaciones muy discutibles. Y la fea realidad es que incluso si todas las buenas ideas fuesen llevadas a la práctica con fe y dedicación, permanece el problema bien real de si los iraquíes van a ser capaces de evitar una guerra civil generalizada y una horrible crisis humanitaria.

Lo mejor de este informe es su evaluación realista y seria de las condiciones sobre el terreno y la dura tarea que tiene que llevarse a cabo para que las cosas mejoren. El informe también reconoce que no hay una solución militar norteamericana a largo plazo para esos problemas. Solamente los iraquíes pueden asegurar el futuro de Irak y ésa será una tarea muy difícil.

El ISG deja bien claro que la mejor ayuda que Estados Unidos puede dar es colaborar a que las fuerzas de seguridad iraquíes se asienten y presionar al gobierno para que lo haga mejor a la hora de abordar los temas que han evitado una reconciliación nacional de las grandes facciones étnicas y políticas del país y que están alimentando un espiral cíclica de violencia entre suníes y chiíes.

Aunque la receta del grupo es correcta de forma general, fracasará a menos que el gobierno iraquí se enfrente a todas estas tareas con igual vigor. La seguridad no mejorará sin progreso en el frente político. El avance político no importará si el gobierno no tiene unas fuerzas militares que puedan proteger al pueblo. Sin un liderazgo valiente, convincente, justo e inclusivo por parte de los iraquíes, la solución del ISG no funcionará.

Además, la Administración Bush no puede aprobar automáticamente el informe.

Algunas de las propuestas que bosqueja –como la reforma del cuerpo policial– serán muy difíciles de llevar a cabo. Hasta puede que algunas propuestas en realidad vayan en contra de los intereses estadounidenses. Y las recomendaciones diplomáticas de la ISG son especialmente problemáticas. El grupo quiere que Estados Unidos incluya en sus conversaciones a Irán y Siria. Ambos países son liderados por gente muy mala. No hay nada malo en hablar con los enemigos –después de todo, Estados Unidos mantuvo negociaciones con la Unión Soviética a lo largo de la Guerra Fría– pero deberíamos tener pocas expectativas sobre que estos países hagan algo para ayudar a Estados Unidos o a los iraquíes. Por el contrario, ambos podrían usar muy bien la diplomacia pública como una oportunidad para causar más problemas.

La fea verdad del informe es que, al margen de las opciones que finalmente escoja Estados Unidos, Irak no se convertirá en el paraíso terrenal de la noche a la mañana. No hay solución mágica a los problemas de Irak y las cosas seguirán feas por un buen tiempo, incluso si los líderes en Irak tomaran las decisiones correctas.

Sin embargo, el informe del ISG ofrece una oportunidad para dejar atrás los dimes y diretes partidistas y para que la administración y sus críticos dejen la política a un lado. Todavía hay medidas razonables que se pueden tomar para ayudar a que los iraquíes se responsabilicen de su futuro y que así impidan una guerra civil total y una crisis regional mayor.

Tal y como apunta el informe de forma correcta, hay pocas opciones buenas.

El salir corriendo sin duda ocasionaría un desastre. Que las fuerzas militares norteamericanas se encarguen de todo tampoco es una opción razonable. Tarde o temprano, se irán de Irak; sin embargo la forma en que se vayan es importante.

Al final, no obstante, la influencia más importante del curso de los acontecimientos en Irak no será un informe redactado en Washington, sino las decisiones que los líderes tomen en el terreno, en Irak. Tendrán que poner a su pueblo primero, por delante de facciones, poder personal e ideología radical.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

James Jay Carafanoes investigador decano especializado en Defensa y Seguridad Nacional de Estados Unidos en la Fundación Heritage y autor del nuevo libro "G.I. Ingenuity."

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