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George Will

Los jueces progres contraatacan

La junta escolar afirmaba que "el racismo cultural" incluye "enfatizar el individualismo frente a una ideología más colectivista", "tener una orientación futura" (planear con antelación) y "definir como estándar una forma de inglés".

La junta escolar de Seattle decidió en el 2000 que dado que tanto el hijo de Jill Kurfirst como la hija de Winnie Bachwitz son blancos, debían ser asignados a un instituto peor y más alejado de sus hogares. Si sus padres no los hubieran apartado del sistema escolar de la ciudad, esa decisión habría obligado a los chicos a levantarse a las 5 de la mañana con para salir de casa a las 5:30, solos y de noche, para coger el primero de tres autobuses, volviendo a casa entre las 8 y las 9 de la noche, casi sin tiempo para hacer los deberes, ver a su familia o dormir lo suficiente.

Los padres argumentaron que las asignaciones escolares raciales –asignaciones según la pigmentación de la piel, en realidad– que tanto perjudicaron a sus hijos violan la garantía constitucional de que la ley proteja a todos por igual. El fiablemente nada fiable Tribunal de Apelaciones de la novena jurisdicción de Estados Unidos, como cabía predecir, dictó sentencia en contra de los padres, con interesante indiferencia hacia los precedentes apropiados del Tribunal Supremo. Muy pronto –la audiencia oral fue el lunes– el Tribunal Supremo puede recordar al tribunal más progre los límites que impone la Constitución a lo que pueden hacer las escuelas en nombre de "la diversidad".

Los estudiantes pueden solicitar la admisión en cualquiera de los institutos de Seattle. Pero la Junta Escolar de Seattle decidió hacer ingeniería social imponiendo el equilibrio racial en los institutos que, por ser los mejores, son también los más populares y tienen más estudiantes queriendo estudiar en ellos que plazas disponibles. La junta quería que cada uno de esos centros reflejase el porcentaje de un 40% de estudiantes blancos y un 60% de otras razas que tienen los estudiantes de todo Seattle. De modo que adoptó un plan de admisión basado en la raza para dar forma a "la diversidad" de los centros escolares.

La junta dio preferencia a determinados aspirantes, utilizando consideraciones a las que denomina "desempates". Uno, que benefició a alrededor del 10% de los solicitantes, era si el estudiante tenía un pariente en la escuela solicitada. Otro era si la raza del estudiante daría lugar o mantendría el equilibrio del 40-60.

Al registrar a los hijos para el instituto, se pedía a los padres que especificasen la raza de cada hijo. Si los padres no la especificaban, la junta lo hacía basándose en la inspección visual de la pigmentación de la piel de padres o hijos. El presidente de la junta escolar ha declarado que "el tono de la piel importa".

Los dos hijos querían asistir al Instituto Ballard a causa de su academia de biotecnología. En el año lectivo 2000-01, en el que el 82% de los estudiantes de la ciudad solicitaba ser admitido en uno de los cinco mejores centros escolares, los chicos se encontraron entre los 300 estudiantes a los que se negó la admisión a la escuela de su elección porque su raza interfería en el equilibrio racial.

Aunque Seattle nunca tuvo escuelas segregadas, el distrito debate sus preferencias raciales con referencias a la "segregación" y la "integración". Pero unas declaraciones de la junta revelan que esperan que las preferencias raciales sirvan a sus proyectos de ingeniería social: "La diversidad en el aula incrementa la probabilidad de que los hijos discutan temas raciales o étnicos y socialicen con mayor probabilidad con gente de distintas razas". O diferentes tonos de piel.

¿Es ese"interés gubernamental insalvable" suficiente para justificar asignaciones de centros escolares basadas en la raza? El tribunal de la novena jurisdicción, alineándose con la junta, elaboró dos justificaciones, ambas en conflicto con precedentes del Tribunal Supremo.

Una es que las preferencias raciales son benignas si no "perjudican excesivamente a ningún estudiante" o si "benefician uniformemente a cualquier raza o grupo de particulares en detrimento de otro" (las cursivas son mías). Pero el Tribunal Supremo ha rechazado esta idea de que la cláusula de protección igualitaria ampare derechos colectivos por encima de los derechos individuales.

En segundo lugar, el tribunal afirmó que la opinión de las juntas escolares locales ha de ser respetada y disfrutar de cierta manga ancha. Pero no existe ninguna serie de casos que haya permitido establecer siquiera las relativamente limitadas opciones que tienen las universidades a la hora de incluir la raza dentro de los factores que les lleven a decidir a quién pueden admitir. En su lugar, el Tribunal Supremo ha sostenido que la educación pública secundaria "tiene que facilitarse a todo el mundo en términos de igualdad". Y he aquí ejemplos de opiniones de la junta de Seattle que, según el tribunal de la novena jurisdicción, merecen tanto respeto:

Hasta junio, la página web de la junta escolar afirmaba que "el racismo cultural" incluye "enfatizar el individualismo frente a una ideología más colectivista", "tener una orientación futura" (planear con antelación) y "definir como estándar una forma de inglés". La página también afirmaba que solamente los blancos pueden ser racistas, y despreciaba la integración como "el abandono" de la propia cultura. Después del escándalo producido por esta pieza de propaganda, la junta, afirmando que necesitaba "proporcionar más contexto a los lectores" acerca del "racismo institucional", colocó una página afirmando que la intención de la junta es evitar "conceptos fracasados como el crisol de culturas o la mentalidad sin tener en cuenta la raza".

El Tribunal Supremo ha dicho que todas las clasificaciones raciales por parte del gobierno son "inválidas de antemano" a menos que estén ingeniadas para servir a un objetivo gubernamental concreto y de interés general y sólo a dicho objetivo. La repelente página web de la junta reveló el interés que considera tan necesario como para justificar las preferencias raciales. Si el Tribunal Supremo demostrara respeto ante semejante incitación al odio racial estaría ridiculizando las garantías de protección de unas leyes iguales para todos.

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