Menú
José Antonio Martínez-Abarca

"Galáctico" juez Del Olmo

Y nada digamos si encima de pillarte en una cafetería a la vista de los niños alguien le dice al juez que había algún papelito sobre el velador. Da igual que sea la nota de la consumición o la fórmula secreta del Polonio polaco.

Los socialistas salidos del 11-M, los auténticos "conspiranoicos" de esta película, creen que todas las cafeterías se llaman "Galaxia" o son satélites de la misma, quizás porque también ellos se tomaban allí el cafelito cuando eran estudiantes que no estudiaban, allá por los primeros ochenta, tratando de aprender de lo que allí escuchaban de los mayores.

Antros de viejas conspiraciones golpistas donde todavía, más de un cuarto de siglo después, se pueden grabar psicofonías del colectivo "Almendros", que florecen hacia el 23 de febrero, y las servilletas de papel no sirven para diseñar en ellas la operación Sacyr contra el BBVA, sino para dibujar secretos de Estado coronados antes que los retire el camarero junto con las colillas. Y claro, se entera el juez Del Olmo que alguien, en alguna parte del mundo, en ese momento, está hablando con un policía fuera de servicio en una cafetería cualquiera y los del cafelito, hala, para la trena. Hasta ahí podríamos llegar.

El PSOE, en los ochenta, empezó por considerar sospechosas en esencia las tertulias (porque en ellas nada menos que se hablaba, y si se hablaba era necesariamente de algo malo, y si era de algo malo también por fuerza se refería a los socialistas, porque sabían que la tenían hecha), y ellos o sus terminales mediáticas y judiciales han terminado por estimar delito de lesa disolvencia, no ya hablar, sino que te vean las comadres del barrio en una cafetería céntrica, que debe ser algo tan contrario a los buenos usos ciudadanos como aquella estrofa porteña del tango malevo: "porque supo que te vieron, la otra noche, en el parque japonés..."

¡Peor incluso que el que te vean en el parque japonés, lo que Del Olmo diga! Y nada digamos si encima de pillarte en una cafetería a la vista de los niños alguien le dice al juez que había algún papelito sobre el velador. Da igual que sea la nota de la consumición o la fórmula secreta del Polonio polaco. Llegados a estas alturas de curso en el sumario del 11-M, ya da igual ocho que ochenta.

Al extraño y algo quelonio juez Del Olmo, que más bien debería apellidarse "del Ummo" (me refiero al planeta, como aquellos extraños extraterrestres que se habló que suplantaron a cientos de españoles en los años sesenta, dando lugar a una prolija documentación oficiosa), le parece suficiente indicio de conspiración contra los conspiranoicos el propio escenario elegido, aunque no se sepa qué papeles había o de qué se charlaba, porque nada bueno puede salir de una cafetería, esos sitios de mala nota y buena prensa donde se leen periódicos no homologados por los expendedores de carnés de demócrata, se discute en algo más de cincuenta y nueve segundos y se critica al Gobierno en medio de su parturiento "proceso", y encima intoxicándose con café, esa droga dura y poco macrobiótica, según la lucecita insomne del Ministerio de Sanidad.

El "camata" que atendió al redactor de El Mundo y a los policías mientras roían las vigas maestras del Estado se encuentra en peligro también de que lo linchen los dos periódicos institucionales "de referencia", porque lo normal es que haya posado su vista en los papelitos sin querer u oído algo de lo que allí se murmuró. A no ser que alegue en su defensa lo de los Hermanos Marx en el Oeste: "lo leeremos, pero no lo escucharemos".

En España

    0
    comentarios