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Thomas Sowell

Señales vacilantes de esperanza

El hecho de que alguien sea inocente ante un tribunal hasta que se demuestra su culpabilidad no significa que quienes no formamos parte de un tribunal tengamos que respetar la presunción de inocencia.

A pesar de todos los años que hemos pasado, tanto en nuestro sistema educativo como en los medios, con una estricta dieta de admoniciones para "no juzgar", parece que no hemos perdido aún por completo el sentido de lo que está bien y lo que está mal.

Nuestras élites puede que sí, lo que podría explicar el que alguien pudiera pensar que el libro de O.J. Simpson sobre el asesinato de su ex mujer y su amiga sería bien recibido por el público. Aparentemente, los chicos listos que tomaron esa decisión pensaron que unas cuantas buenas palabras desactivarían cualquier objeción seria y que quizá unas cuantas voces escandalizadas darían la suficiente publicidad gratuita al libro. Se nos han impuesto de este modo tantas cosas con tanta frecuencia que es comprensible que haya quien piense que hemos llegado ya a ser capaces de tragarnos cualquier cosa.

Después de todo, los padres han llegado a aceptar que las escuelas se hayan apropiado de la tarea de introducir a sus hijos en el sexo a cualquier edad y de cualquier manera, con la crudeza que está de moda con frecuencia en los círculos educativos.

Como contribuyentes, hemos aceptado silenciosamente el hecho de que nuestros impuestos se dediquen a pagar grandes sumas por todo tipo de metales feos y retorcidos destinados a ser mostrados delante y en el interior de edificios gubernamentales en nombre del "arte". Un arte que, obviamente, jamás pretendió hacer disfrutar al público y que, con frecuencia, no representa nada más que la sensación de superioridad del artista sobre el público.

Hemos cedido ante pequeños totalitarios como la autodenominada Unión Americana de Libertades Civiles, que cada año intenta aplastar más símbolos navideños. Incluso han intimidado a muchas escuelas y negocios para cambiar el nombre de sus "vacaciones de Navidad" por el de "vacaciones de invierno". Algunas tiendas han sido intimidadas con el fin de abandonar la frase "Feliz Navidad".

Pero de vez en cuando nos rebelamos. El asunto concreto puede ser más o menos importante, pero, en cualquier caso, hacemos saber a los chicos listos que se han pasado de ídem.

Durante años, los sofisticados defensores de "no juzgar" argumentaron que Pete Rose debía estar en el Baseball Hall of Fame. No importaban las normas que hubiera violado, sino sólo sus números sobre el campo, o eso decían. Mediante este razonamiento, Shoeless Joe Jackson también debía estar en el Baseball Hall of Fame, a pesar de haber participado en los sobornos por perder el campeonato de 1919. Después de todo, Shoeless Joe tuvo una media de bateo de .408 en el momento álgido de su carrera y de .356 durante su vida. Eso son cifras de Hall of Fame.

Mark McGwire, con sus 70 carreras en 1998, tuvo una temporada mucho mejor que ninguna de Pete Rose, de modo que se podría pensar que los redactores de béisbol que votan sobre tales asuntos estarían a favor también de ponerle en el Baseball Hall of Fame, a pesar del escándalo de los esteroides y de que McGwire se acogiera a la Quinta Enmienda cuando se le preguntó en el Congreso si los utilizaba.

Pero casi tres cuartas partes de los redactores encuestados dicen que no votarán a favor, y eso que no se demostró nada en su contra. Tampoco se demostró nada ante el tribunal contra los jugadores acusados de recibir sobornos para perder el campeonato de 1919, pero todos ellos fueron expulsados de por vida del béisbol profesional.

El hecho de que alguien sea inocente ante un tribunal hasta que se demuestre su culpabilidad no significa que quienes no formamos parte de un tribunal tengamos que respetar la presunción de inocencia. Es culpa en parte de la constante repetición de esas palabras que en nuestros días haya tantos que no saben hacer esa distinción básica.

El congresista Alcee L. Hastings no fue procesado en un tribunal por aceptar sobornos cuando era juez federal allá en los años 80. Pero sus colegas en la judicatura plantearon las razones para esa sospecha, sus compañeros demócratas de la Cámara de Representantes iniciaron el proceso de expulsión de la judicatura y los demócratas que controlaban el Senado lo concluyeron apartándole de la toga.

Lo que votaron los miembros del Congreso no era si iban a enviar a prisión a Alcee L. Hastings o no, sino si era un riesgo demasiado grande que conservara todos los poderes de un juez federal.

Aparentemente, la futura portavoz de la Cámara, Nancy Pelosi, estaba dispuesta a arriesgarse a poner a este hombre con su controvertido pasado a cargo del comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. Pero el escándalo entre el público, incluyendo a algunos de los medios progresistas, demostró que las admoniciones para "no juzgar" no han eliminado aún al sentido común y la decencia común.

Aún hay señales vacilantes de esperanza.

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