Si Rodríguez Ibarra no salía, precisamente, bien parado en la información del diario El Mundo del pasado lunes, relativa a las comunicaciones entre Rafael Vera y la dirección del PSOE horas después del 11-M, peor, mucho peor, ha salido tras su impresentable, amenazadora y chulesca reacción contra ese y otros medios de comunicación.
Si el lunes Ibarra invitaba a "terminar de una vez con Ramírez", este martes, tras recibirlo ex profeso el fiscal general del Estado –a quien ha exigido que investigue los documentos que él mismo aporte–, el dirigente socialista extremeño ha señalado que "he venido para ir contra Pedro J. Ramírez y Jiménez Losantos".
Por mucho que el fiscal general haya querido calmar el iracundo desequilibrio de su interlocutor, eso no obsta para que no señalemos el privilegiado trato de favor dispensado a quien trata de utilizarlo para amedrentar a los periodistas. Claro que, por bochornosa que sea la pretensión de Ibarra de usar a un fiscal general del Estado como mordaza contra los medios de comunicación desafectos, siempre será mejor que reeditar episodios que tiñen de sangre e infamia la historia del PSOE.
En cualquier caso, y sea cual sea la forma escogida por Rodríguez Ibarra para "terminar de una vez con Ramírez", seguro que lo hará por "patriotismo". Por ese mismo "patriotismo" por el que salió en defensa de un implicado en secuestro y robo de fondos públicos como Rafael Vera, del que dijo que "defenderlo a él es defender a mi país". O por ese "patriotismo" que le llevó –a él y a Felipe González– a arremeter contra el Gobierno del PP por la electoralista y nada patriótica detención de unos etarras que trasladaban a Madrid más de 500 kilos de explosivo poco antes del 11-M. O por ese mismo "patriotismo" por el que, este mismo martes, Ibarra ha llamado a los "verdaderos patriotas" a apoyar a Rodríguez Zapatero ante un chantaje que el presidente del Gobierno, con el apoyo de todas las formaciones separatistas, ha encubierto, maquillado y vendido hasta la fecha como "proceso de paz".
Y es que Rodríguez Ibarra no necesita prestar telefonía confidencial alguna para dejar en evidencia la clase de "patriotismo" en el que refugia su catadura moral.