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Greg Crist y Gabriel Sánchez Zinny

El comercio con EEUU será más difícil en 2007

La no renovación de estos tratados no mantendrá el nivel de empleo en Estados Unidos ni afectará ningún tema estratégico o de seguridad, pero perjudicará a las economías en desarrollo, tanto en Latinoamericana como en otros continentes.

Tras la victoria del partido demócrata en las elecciones de noviembre en Estados Unidos, la expansión del comercio regional y la aprobación de los tratados pendientes de libre comercio van a ser más complicados. A partir del 4 de enero, día en que asumen sus cargos los nuevos legisladores, el Congreso estará compuesto de 231 diputados y 51 senadores demócratas contra 201 diputados y 49 senadores republicanos.

Surgirán así muchas voces proteccionistas, contrarias a la expansión del comercio. Varios candidatos demócratas hicieron campaña a favor del llamado fair trade (comercio justo), a diferencia del libre comercio defendido por muchos republicanos y por los demócratas alineados con el influyente Democratic Leadership Council, anteriormente liderado por Bill Clinton, quien logró la aprobación del NAFTA  en 1994.

Bajo fair-trade se incluyen conceptos proteccionistas, contrarios a generar nuevos tratados de libre comercio con otros países (Estados Unidos firmó 13 en total), basado en la supuesta pérdida de empleos en el país. Sin embargo, las estadísticas muestran lo contrario. Según Robert Samuelson, desde 1980 a 2006 el déficit comercial de Estados Unidos pasó de 19.000 millones de dólares a 789.000 millones, es decir del 1% del producto bruto al 6%; sin embargo, en el mismo período, el empleo aumentó de 99 millones de personas a 145 millones.

Durante los primeros días de diciembre, varios acuerdos de libre comercio estuvieron tambaleándose en las últimas sesiones del Congreso; entre ellos el acuerdo con Vietnam, Perú, el Sistema de Preferencias con los países andinos y el Sistema General de Preferencias que reduce los aranceles a importaciones  provenientes de 130 países.

Estos tratados benefician a otros países, pero también a Estados Unidos. Por ejemplo, en el caso del Perú, la mayoría de los productos peruanos ya entran sin pagar arancel, pero no ocurre lo mismo con las exportaciones norteamericanas a ese país, que bajo el tratado dejarían de pagar tarifas. También sucede lo mismo con el Sistema General de Preferencias, que favorece a economías regionales de muchos países, pero también abastece de materias primas baratas a importantes industrias en Estados Unidos.

La no renovación de estos tratados no mantendrá el nivel de empleo en Estados Unidos ni afectará ningún tema estratégico o de seguridad, pero perjudicará a las economías en desarrollo, tanto en Latinoamericana como en otros continentes y seguirá generando resentimiento hacia Estados Unidos.

Aunque los tratados han estado bajo consideración durante varios meses y muchos vencen el 31 de diciembre de este año, no han sido impulsados ni por los republicanos ni los demócratas. Y el año próximo será peor. Por ejemplo, el diputado demócrata Charles Rangel, que presidirá desde comienzos del nuevo año el poderoso Comité de Medios y Arbitrios (Ways and Means) que supervisa el intercambio comercial, ya alertó que no introducirá el Tratado con Perú a discusión en la Cámara si no se revisan antes las regulaciones y provisiones laborales. Inclusive envió una carta al presidente Bush criticando no solo el tratado con Perú, sino también por no haberse incluido a legisladores demócratas en las negociaciones con Colombia.

Estas discusiones se dan en el marco de la renovación del Fast Track Authority (vía rápida de negociación), la autorización extendida por el Congreso al presidente de negociar y firmar acuerdos comerciales que luego serán aprobados por el Congreso en forma expedita, que vence en junio de 2007. Esta fecha de vencimiento está siendo utilizada como prenda de negociación para la discusión de los Tratados con Perú y Colombia. La administración Bush quiere mantener el Fast Track y aspira que se renueve por el resto del mandato presidencial.

Al observar la demora en las negociaciones comerciales este año, la falta de prioridad dada por el Congreso a estos temas y las declaraciones de los recién electos legisladores demócratas, el año 2007 parece que será todavía peor en la promoción del comercio exterior de Estados Unidos. Por el bien del desarrollo latinoamericano y del comercio global, ojalá que los políticos en Washington se den cuenta del daño que hacen.

En Libre Mercado

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