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Amando de Miguel

Lenguas regionales

En definitiva, los catalanoparlantes "están condenados a ser bilingües". No se apure, don Genis. Esa sensación la tienen muchos millones de personas cultas en el mundo cuya lengua materna no es de comunicación internacional.

Joan Manuel sigue aportando significados a propósito de mi confusión entre molt (= muy) y moll (= muelle). Don Joan Manuel indica que moll es muelle, pero también algo blando, la porción más carnosa del cuerpo, la médula ósea, la parte más íntima de una cosa, la parte comestible de una fruta". No me extraña nada de eso. Molla en español equivale a la carne magra o sin hueso, los bíceps, la pulpa de la fruta, la miga de pan. Mollar se emplea como blando o mullido, para calificar la tierra de gran fertilidad, la cosa fácil o sencilla, la cosa buena o grata; para piropear a la persona atractiva. Como puede verse, la ristra de significados es muy parecida en catalán y en castellano. Es lógico. En latín mollis quiere decir "blando, suave, agradable, tierno, delicado".

Genis Bergós me dice (en catalán) que las palabras catalanas molt y moll "no se prestan a ningún tipo de confusión fonética, tienen pronunciaciones muy diferenciadas incluso para los oídos no catalanoparlantes". Disiento. Para un castellanoparlante como yo es muy difícil pronunciar dos consonantes seguidas al final de una palabra. Por lo mismo la elle final se convierte en ele. Así pues, molt y moll las emito como "mol". No es ningún desdoro que uno no sepa pronunciar bien todos los sonidos de otras lenguas.

Don Genis se queja de la dificultad que tienen los catalanoparlantes, obligados socialmente a aprender otra lengua aparte del catalán. En cambio, un extremeño, pone por caso, no siente esa necesidad. En definitiva, los catalanoparlantes "están condenados a ser bilingües". No se apure, don Genis. Esa sensación la tienen muchos millones de personas cultas en el mundo cuya lengua materna no es de comunicación internacional. Lo que ocurre es que el castellano o español sí es una lengua de comunicación internacional. No hay ningún mérito en ello; es un puro azar histórico. De ahí la pereza de los castellanoparlantes para aprender otros idiomas y la prontitud con que se hacen bilingües los catalanes. No es ninguna maldición. Antes bien, siempre es una ventaja dominar dos o más idiomas. Pero por lo menos se entenderá el hecho de que muchos angloparlantes que residen en España se resistan a aprender bien el español. De la misma forma muchos castellanoparlantes residentes en Cataluña no aprenden bien el catalán. Lo malo es que terminen balbuceando también su lengua materna. Obsérvese lo bien que habla Mas el castellano y lo mal que habla Montilla el catalán... y el castellano.

Robert González se alarma porque "los castellanohablantes que no son de Cataluña (o alguna otra de las regiones en que se habla catalán) tienen la manía de pronunciar la –ll final como si fuera una –l". Entiendo que no es una manía ni un desprecio. Simplemente el aparato fonético de un castellanoparlante no está hecho para pronunciar la elle final o la ese líquida al principio.

Xuan Xosé Sánchez Vicente razona que la lluvia fina no es orbayo ni orballo sino orbayu. Sinónimos son orpín, cierzu, mamaceru, orfina, xarabia y zorriu, entre otros. Supongo que es lo de las docenas de palabras que tienen los esquimales para designar al "hielo".

Manuel González remacha que, en gallego, orvallo equivale a rocío: lluvia menuda o "miudiña". En cambio, orballo es un panadizo o flemón.

Francisco Santiago Alejos recuerda algunas palabras del dialecto zamorano:

  • fréjoles (= judías verdes).
  • trizar (= pellizcar o pillarse alguna parte del cuerpo con algo).
  • campeche (= regaliz de barra).

Rafael Gabeiras cuenta que, por razón de trabajo, reside durante algunos días en un pueblo de Valencia. A la salida de misa, una señora mayor se dirigió a él llamándole "señor amo". A don Rafael le chocó mucho esa expresión. Pregunta si algún valenciano le puede dar más pistas sobre ese "señor amo" que parece sacado de una antigua novela.

Inmaculada Alonso (Tenerife) afirma que, en su tierra, la palabra agüita es una expresión de asombro. Doña Inmaculada acompaña una lista de términos canarios característicos:

  • cumplido (al igual que en portugués) significa alargado.
  • bubango es calabacín.
  • beterrada corresponde a remolacha roja.
  • arveja es guisante.
  • piche es asfalto.
  • alongarse es asomarse (por la ventana, por el balcón) estirando demasiado el cuerpo; lleva implícito el peligro de caída.
  • ripiarse es regañarse (arrugar la cara, por si no se entiende) porque el alimento ingerido resultó más ácido de los esperado.
  • bañas equivale a decir michelines (en la barriga, claro).
  • boliche es canica.
  • colorín es tebeo.
  • creyón es lápiz de color. Viene del francés "crayon".
  • cotufa corresponde a "palomita de maíz".
  • millo es maíz.
  • empenado se utiliza cuando "algo", debiendo estar recto o liso, presenta cierto arco de desviación. Se usa mucho para referirse a la madera.
  • fechillo es pestillo, cerrojo. Viene del portugués fechar (en castellano "cerrar", sería pues otro falso amigo).
  • fonil es embudo.
  • tener geito es tener maña o habilidad. Pero "darse un geito" es hacer un mal movimiento y, en consecuencia, dañarse la articulación.
  • laja es macarra.
  • machango puede ser un insulto. Corresponde a pelele, tonto o, simplemente, payaso (más o menos). Se pueden hacer "machangadas"(en política, ahora mismo esto es muy frecuente). Si no es un insulto quiere decir muñeco. Con este significado se prefiere usar el diminutivo.
  • queque viene de "plumcake", o sea, bizcochón.
  • totufo puede corresponder a bulto, aunque puede ser un insulto, con significado parecido al de machango.
  • enterizo se refiere a los trajes cuando no tienen costuras.
  • arrestar es también castigar a los niños, por ejemplo, sin salir de casa.
  • alegar a alguien se usa como reprender.
Miguel Ángel Morcillo Sanz (Madrid) certifica que el uso desentirpara indicar la acción de "oír" se utiliza profusamente en Extremadura. Vaya, lo que parecía ser un localismo o un catalanismo, resulta que se extiende a muchos lugares. Después de todo, esa equivalencia se da en el latín; así que no resulta extraño que pase al español de distintas regiones.

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