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Amando de Miguel

Latinajos

Para ir al váter había que decir: pater, possum petere loca? (= padre, ¿puedo dirigirme a los lugares?). Los "lugares" eran claramente los escatológicos.

Blanca Ballesteros me ayuda mucho a aclarar mi papel en este rinconcillo: comento diversos asuntos relacionados con la lengua sin ser lingüista ni nada que se le parezca. Dice doña Blanca: "En Roma eran reconocidos como auctores (derivado del verbo augeo: hacer crecer) todos aquellos escritores que mejoraban con su uso la lengua latina. De lo que se trata, por tanto, no es de ser filólogos o no, sino de ser auctores: escritores que mejoremos y honremos nuestra lengua española". Me parece muy bien.

Doña Blanca corrige, una vez más, mis ignorancias. Decía yo que cum laude quería decir "con el laurel". Doña Blanca sostiene que quiere decir más bien "con la alabanza" (laus-laudis). De todas formas creo que hay un parentesco entre las dos voces: laurus (= laurel) y laus (= alabanza). Es fácil comprender que la corona de laurel es el signo de la alabanza, el elogio o la recompensa pública por una victoria. En algunos autores latinos "el laurel" es una metonimia de "la victoria". Juan Enrique de la Rica me hace la misma corrección que doña Blanca. Tienen razón, pero repito que laus es una voz emparentada con laurus, su símbolo material. Es algo así como hablar del "oro" para una victoria olímpica.

Mª Paz Castro Castalla se suma a la corrección, y precisa que la expresión "con laurel" sería algo así como cum lauro, pero esa forma no existe. En el mismo sentido se expresan Javier Carrascón e Ignacio Frías. Este último es tan amable que, lejos de reconvenirme por mi error, asegura que me merezco una simbólica corona de laurel por los buenos ratos que pasan los libertarios con mi columna. Laus Deo (= gracias a Dios).

María de Lourdes Díaz me pregunta si la voz curul (= escaño o asiento prominente y por extensión la persona que lo ocupa) procede de "culo". No creo. Curulis en latín se deriva de currus (= carro). Los magistrados romanos, en las solemnidades, desfilaban en carros muy historiados sentados sobre sillas de marfil. Esas sillas eran "curules" y, por extensión, esa calificación se amplió al cargo o dignidad de los ediles patricios o aristocráticos (aediles curules) contrapuestos a los ediles populares (aediles plebis). Aedes es tanto como "sede, edificio público" y, por extensión, diríamos hoy "servicio público". Ahora está de moda en España llamar ediles a los "concejales". Es un cultismo desproporcionado. Mayor extravagancia sería llamarlos curules, pero etimológicamente es razonable.

Cierto es que en latín culus es "culo", del griego koilos (= abombado, redondeado), pero lo de curul viene por otro lado. Pregunta igualmente doña María de Lourdes si palabros como "espectáculo" o "artículo" tienen también alguna relación con "culo". Lo dudo. Son palabras latinas artículus y espectáculum con la misma significación que en castellano, en cuyo idioma entran como cultismos. Propiamente, deberíamos haber dicho artejo y espectajo. Por ejemplo, de umbráculum derivamos sombrajo. Ese culus o culum en latín es también un sufijo que indica disminución, cosa pequeña. Se puede emplear como algo cariñoso.

A propósito de los latinajos escolares, Pedro Manuel Arauz recuerda su bachillerato en el Colegio jesuítico de Areneros (Madrid). Para ir al váter había que decir: pater, possum petere loca? (= padre, ¿puedo dirigirme a los lugares?). Los "lugares" eran claramente los escatológicos. También servían para "fumar los primeros pitillos clandestinos". Añade don Pedro: "Vistos los nuevos ukases del ministerio, me temo que los fumadores tendremos que volver a fumar en donde empezamos algunos".

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