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EDITORIAL

El culebrón de Endesa, más cerca del fin

A estas alturas del culebrón económico más sonado de la legislatura, sólo cabe desear que los accionistas puedan decidir de una vez el futuro de la empresa que poseen.

El pacto del Tinell, aparte de excluir al PP de la vida política, incluía la creación de una gran empresa eléctrica controlada por el nacionalismo catalán. Como este tipo de compañías no se crean de la nada, este punto del acuerdo se tradujo en el intento de adquisición de Endesa, la empresa española más grande del sector, por parte de Gas Natural. El intento de adquisición sólo podía funcionar si Manuel Pizarro, presidente de Endesa, no planteaba batalla, pues el menor tamaño de la gasista le obligó a proponer un precio ridículamente bajo que además se pagaba sólo en parte en dinero, además de tener que vender buena parte de la eléctrica a una de sus competidoras.

Desgraciadamente para los pactos de Zapatero, Pizarro buscó el apoyo de trabajadores y accionistas y logró frenar un intento de injerencia política en una de las principales empresas españolas. El Tribunal Supremo acaba de dar luz verde a las opas presentadas por E.On y Gas Natural, y aunque aún sea necesario que otros tribunales levanten también las suspensiones cautelares que impusieron en su día, todo apunta a que los accionistas podrán decidir en breve si venden a una u otra, o deciden conservar sus participaciones. En la práctica, y dado que la oferta de Gas Natural era tan ridícula para los accionistas que bien podría retirarse sin que nada sustantivo cambiara, la decisión del Supremo supone una buena noticia para E.On, que podrá seguir adelante con su intento de compra de Endesa.

A estas alturas del culebrón económico más sonado de la legislatura, sólo cabe desear que los accionistas puedan decidir de una vez el futuro de la empresa que poseen. Y desear que, en el futuro, ningún Gobierno quiera volver a jugar al aprendiz de brujo con las empresas de nuestro país.

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