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EDITORIAL

Perder peso y ganar impunidad

La obstrucción a la Justicia, en fase de ejecución de sentencia, que constituye su chantajista huelga de hambre, debería ser, si no sancionada, al menos no premiada con una prematura e injusta puesta en libertad

Ni que decir tiene –o tal vez, sí– que el etarra Iñaki de Juana Chaos no se ha puesto en huelga de hambre en señal de protesta por el último atentado de ETA, ni en señal de arrepentimiento por las decenas de asesinatos que él mismo ha perpetrado, ni por los centenares de asesinatos que ha celebrado, ni por las nuevas amenazas que ha proferido desde la cárcel. Su huelga de hambre se alinea, por el contrario, con esa causa chantajista y criminal, en la que no ha dejado de militar, y en contra de ese Estado de Derecho que hace justicia a sus víctimas y que nos protege al resto de ciudadanos.

Tras el atentado de Barajas, ETA reanudaba sus amenazas, entre las que señalaba el caso de este sanguinario terrorista preso. Si el Estado de Derecho no debe ceder a los chantajes de los terroristas que siguen en libertad, menos aun al de uno preso. ¿O es que la vida de este etarra, que nadie salvo él pone en riesgo, vale más que la de cualquier persona inocente?

Que este criminal irredento se oponga "de forma violenta" a la alimentación artificial no debe ser excusa para que no se le suministre a la fuerza, cosa que no será difícil dada su supuesta y extrema debilidad. En cualquier caso, la obstrucción a la Justicia, en fase de ejecución de sentencia, que constituye su chantajista huelga de hambre, debería ser, si no sancionada, al menos no premiada con una prematura e injusta puesta en libertad.

Lo demás sería dar a los presos la llave de su impunidad, condenado a sus víctimas al hambre y sed de Justicia.

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