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Carlos Semprún Maura

Yellow submarine

Ségolène afirmó que su peor enemigo era la mediocridad. Está visto que prefiere la estupidez.

Se suceden diariamente las sandeces pronunciadas por Ségolène Royal. Una de ellas tuvo lugar durante una entrevista sobre cuestiones de Defensa en la radio RMC, que intentó cumplimentar con sus habituales vaguedades. Pero el entrevistador se puso nervioso y pasó a hacerle preguntas concretas, como: "¿Sabe usted cuántos submarinos dotados de misiles nucleares posee Francia?". La candidata se fue por los cerros de Úbeda: "Ya hemos hablado de todo eso...". "¡No! Le he hecho una pregunta concreta", respondió el entrevistador, y la repitió. La candidata dudó, molesta, como si de un juego televisivo se tratara, para luego murmurar: "Uno". "¡No! ¡Siete!", afirmó el periodista con malévola satisfacción. "Ah, bueno, pues siete", murmuró la boba magistral. Sin embargo, según Le Figaro, resulta que son cuatro los submarinos franceses dotados de armas nucleares.

Copiando a nuestro excelente Grupo Risa, el humorista galo Gerald Dahan telefoneó a Ségolène haciéndose pasar por el primer ministro de Québec, Jean Charest, felicitándola por sus tomas de posición a favor de la independencia de la Belle Province, como se dice aquí. La conversación derivó hacia la situación en Córcega y Royal declaró que los franceses "no estaban en contra de la independencia de la isla". "Pero no lo repita, crearía otro incidente. Es nuestro secreto", añadió, riéndose. Fue un secreto a voces, ya que el humorista Dahan vendió su grabación a todas las radios. Inútil es precisar que la independencia de Córcega no figura en el programa del partido socialista.

Luciendo nuevos vestidos, la candidata también estuvo de visita en Martinica y Guadalupe, mostrándose más demagoga y revolucionaria que nunca. "Nou kay cassé ça!", gritó en créole. Lo cual quiere decir: "¡Lo vamos a romper [o destruir] todo!". También afirmó que su peor enemigo era la mediocridad. Está visto que prefiere la estupidez.

Intentando desesperadamente resistir a su avalancha de sandeces, sus camaradas han lanzado una contraofensiva, protestando airadamente porque los Renseignements Généraux (el servicio de información de la Policía francesa) habrían realizado una investigación sobre Bruno Rebelle, ex director de Greenpeace en Francia y actual consejero medioambiental de Ségolène, acusando al ministro de Interior, Sarkozy, de emplear métodos sucios e inquisitoriales en esta campaña. La verdad es que Greenpeace se merece mucho más que una simple investigación administrativa a uno de sus ex dirigentes, porque es la típica ONG pirata, a la que subvencionan compañías petroleras. Cabe preguntarse y averiguar si lo hacen las de Irán, la Venezuela socialista y Arabia Saudí, y si también la francesa Total les paga ese peculiar impuesto revolucionario.

No obstante, un país en el que se acepta la fatwa islámica contra Robert Redeker, en el que los manuales de Historia dan más importancia a José Bové que a Bismarck, Chamberlain o Helmut Kohl y en donde se expone a Hergé en el Centro Pompidou de Arte Moderno, es un país foutu. Ségolène será una digna presidenta de la mediocridad francesa.

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